“Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.”
Resumen
Este es un estudio de la ordenanza del velo de la jefatura y el formato es una exposición versículo por versículo de 1 Corintios 11:1-16. El objetivo es buscar entender la mente del Espíritu en entregarnos esta ordenanza y fijar sus motivos y así animar las iglesias de Cristo a no ignorarla. Si bien el propósito principal es afirmar esta doctrina, un objetivo secundario es considerar los argumentos en contra.
Cuatro recursos contribuyeron al material de este artículo. El primero es una serie de sermones sobre el velo de las hermanas por Finny Kuruvilla, y el segundo es un ensayo escrito por Bruce Terry con título, “No Such Custom”. Estos eruditos de alta calibre merecen ser escuchados sobre este tema porque no vienen de la tradición anabaptista como yo. En tercer lugar, el libro de E.H Skofield, “Sunset of the Western Church” (en castellano, “El Atardecer de la Iglesia Occidental”) es un recurso revelador. Finalmente, la Homilía XXVI de Juan Crisóstomo del siglo IV sobre 1 Corintios 11 es de mucho valor.
El registro histórico es que desde la época de los Apóstoles hasta el siglo XX, la práctica común en el cristianismo era que las mujeres se cubren la cabeza con algún tipo de velo. El arte y los grabados en las paredes muestran esto desde los primeros años de la Iglesia. De hecho, era una práctica tan universal que en un principio los escritores de la Iglesia no abordaron el tema en profundidad. Simplemente reconocieron que las mujeres usaban velos como regla estándar. Sin embargo, en África un padre de la iglesia primitiva, Tertuliano, escribió un libro sobre el asunto en el siglo II (“De Virginibus Velandis”). El título en español sería, “El Velo de las Vírgenes”. No he encontrado una traducción española, pero existe en inglés (“On the Veiling of Virgins”).
Esta doctrina cristiana, que antes se practicaba en todo lugar, ha llegado a ser un punto de controversia, no solo en el cristianismo general, sino también en las iglesias anabaptistas que han conocido y guardado esta ordenanza durante siglos. Es necesario volver a la Palabra y buscar sinceramente la verdad de este asunto y así despejar las dudas y mal entendimientos. La calidad de una casa no puede exceder la calidad de sus cimientos, entonces debemos estudiar bien para poner buen fundamento bíblico a nuestras creencias y prácticas en la vida.
Introducción del autor
Las perspectivas y creencias de una persona están formadas en gran parte por medio de las experiencias e influencias durante su crianza. Después, tendemos a filtrar nuestra manera de pensar y escribir a través de ese marco de predisposiciones. No es una actuación incorrecta, por decir, porque el autor que falta una creencia firme del tema también falta motivación para escribir. Sin embargo, el escritor honesto ha fijado un principio esencial por sobre sus predisposiciones, que es el compromiso absoluto de buscar toda la verdad del asunto – no simplemente dando evidencias a favor de una creencia ya determinado, sino buscando honestamente la plena verdad.
Desafortunadamente, muchos no valoran la Verdad en estos días, ni es el criterio que buscan. Es que ya han elegido su versión de “la verdad”, entonces se preocupan solamente en gritar sus pruebas – sin importar que sean ilógicas y caprichosas. Pero eso es propaganda, pura y simple. El buscador honesto no está interesado meramente en explorar los puntos a favor y en contra, sino en llegar al fondo del tema y entender la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, por así decirlo (Ef 3:18).
El motivo principal al abrir la Biblia y leerla es escuchar de Dios. Es deshonesto simplemente compilar las pruebas para una creencia ya formado, o tomar en cuenta solo aquellos versículos que apoyan tus ideas e ignorar los que no apoyan. Muchos engaños y falsas enseñanzas han surgido al seguir ese camino.
Mis propios años de formación y prejuicios se desarrollaron en la tradición menonita conservadora. Aunque nací y crecí en iglesias anabaptistas, he pasado toda mi vida lejos de sus famosos centros. Mis primeros 20+ años, viví en Missouri, Minnesota, Montana y Belice. Luego me casé con una chica de Maryland y nos mudamos a Idaho en una obra nueva de la iglesia. Vivimos allí por 20 años. Parece que heredé de mi padre el susto de permanecer mucho tiempo en el mismo lugar, porque después del nacimiento de nuestro último hijo, nos mudamos al sur de Chile para ayudar en otra obra nueva de la iglesia. Ya pasamos 15 años en la Patagonia, donde aprendí el castellano conforme al hablar de los chilenos.
Mi experiencia en la iglesia y en la vida ha sido una de muchas bendiciones. Crecí en una familia de buenos padres que cuidaron de nosotros niños. Eran ejemplos de integridad en la vida cotidiana, así como miembros solidarios en iglesias sinceras que honraban a Dios. No tengo heridas ni experiencias apenadas que me afectan. No es que vivo en mundo perfecto, pero agradezco una vida tremendamente bendecida. Tengo una esposa maravillosa y cinco hijos que sirven al Señor, lo que cuento como la mejor bendición de todos. El testimonio de mis antepasados en los siglos del anabaptismo y su ferviente celo por la Verdad me ha hecho fácil creer en Dios, Fe, Tradición, Familia e Iglesia. Así explico mis prejuicios y predisposiciones.
La pregunta de los corintios
(1Cor 11:1-2) Sed imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo. Ahora os alabo, hermanos, porque os acordáis de mí en todas las cosas, y guardáis las ordenanzas, como os las entregué.
El apóstol Pablo escribió la epístola a los corintios en respuesta a una carta que le enviaron pidiéndole aclarar varias doctrinas de la Iglesia, por ejemplo, si fuera licito comer carne ofrecida a los ídolos, si deben contratar matrimonio los jóvenes o quedarse solteros, el hablar en lenguas, la resurrección, etc. La carta que mandaron a Pablo ya no existe, pero el capítulo 11 aborda dos de sus preguntas. La primera tiene que ver con la ordenanza del velo de la jefatura y la segunda tiene que ver con la ordenanza de la santa cena.
Los estudiosos han intentado reconstruir la consulta de la iglesia para comprender mejor la respuesta del Apóstol. Tal vez era, “¿Es lícito que una mujer cristiana ande sin velo?” Porque sí, al leer el pasaje, es fácil inferir que entre las hermanas en Corinto, algunas pensaban en quitarse el velo, y por lo tanto la pregunta de la iglesia a Pablo, el apóstol que llevó el evangelio a la ciudad.
Por otra mano, es posible que la pregunta de los corintios hacía referencia a los hombres: “¿Deben los hermanos cubrirse la cabeza al orar y profetizar?” Porque durante esos siglos en el Imperio Romano, tanto hombres como mujeres solían cubrirse la cabeza por motivos religiosos. Por lo tanto, el mandato a los hombres de no cubrirse la cabeza les afectó más a las iglesias de Cristo que el mandato a las mujeres de cubrirse la cabeza. En la sociedad actual, la situación es al revés. Las hermanas se ven más afectadas que los hermanos.
De todas formas, queda notorio que el Espíritu da la instrucción en forma alternada – primero el mandamiento para los hombres y luego el mandamiento para las mujeres. La ordenanza rige en igual medida a ambos.
Parece que solo unos pocos en Corinto no seguían bien esta doctrina. Lo digo por la declaración distinta del Apóstol al cambiarse de tema: “Os alabo, hermanos, porque retenéis las instrucciones tal como os las entregué (v2)… Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo” (v17). Guardaban la ordenanza de la cabeza cubierta/descubierta en mejor forma que guardaban la ordenanza de la santa cena.
El carácter de la revelación divina
La palabra griega para instrucciones en el versículo 2 es paradosis. Se encuentra en el Nuevo Testamento en una docena de ocasiones. En la Reina Valera 1960 se traduce, “tradición, doctrina, instrucción, enseñanza” (Mar 7:3-13; Gal 1:14; Col 2:8; 2Tes 2:15; 2Tes 3:6). Los Apóstoles, al escribir la Biblia, no inventaron palabras nuevas sino que usaron las que todos ya conocían. Puede que arrojan connotaciones nuevas al ser usadas en contextos bíblicos, pero en el fondo sus significados quedan sin cambios.
Estudiar las palabras griegas es un trabajo valioso para entender los significados y connotaciones de términos bíblicos. Porque la traducción de una carta a otro idioma no es como la matemática, que tiene una sola respuesta correcta. A veces, el traductor tiene que elegir entre varias opciones que podría afectar la oración. Entonces, él toma en cuenta lo que piensa es la intención del escritor. Por eso hay varias versiones del Nuevo Testamento. Claro, la mayoría no son tan diferentes, pero el punto es que existe la posibilidad de insertar sutilmente la idea de los traductores al hacer la traducción.
Ofrezco como ejemplo el sub-título que sale en la versión 1960 de la Reina-Valera al inicio del capítulo de nuestro estudio. “Atavío de las mujeres,” nos dice. Es la idea de los traductores que este pasaje habla del atavío de las mujeres. Los sub-títulos no fueron traducidos de la lengua antigua, sino que fueron puestos por los traductores. Justamente por eso sale otro sub-título, bastante diferente, en la Nueva Versión Internacional: “Decoro en el culto.” Esas dos ideas distintas sobre la intención del escritor con este pasaje seguramente van a resultar en diferencias de traducción.
Por eso es tan valioso estudiar y comparar los usos de una palabra en otras partes de las Escrituras. Nos ayuda entender la intención del escritor. El Nuevo Testamento fue escrito en un plazo corto y entre sus libros aborda un tema común. Quiere decir que es una base confiable para el estudio de palabras. La Septuaginta, que es el Antiguo Testamento en la lengua griega, también es una fuente buena para estudiar los significados de palabras griegas. La Septuaginta data de unos 300 años antes de Cristo, pero era la versión que Jesús y los discípulos citaron en el Nuevo Testamento. En cambio, los libros seculares de los griegos antiguos no son de mucho valor para estudiar las palabras del Nuevo Testamento, ya que no fueron escritos por los mismos autores y sobre el mismo tema.
La palabra paradosis se usa en el Nuevo Testamento en tres contextos:
- En referencia a la “ley oral” de los judíos, una interpretación de la Torá según los fariseos. Jesús criticó la ley oral porque con ella quebrantaron los mandamientos de Dios (Mateo 15:1-9).
- En referencia a las doctrinas y enseñanzas de Cristo y los Apóstoles en el Nuevo Testamento. Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina (paradosis) que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra (2Tes 2:15).
- En referencia a las obras malas de los mundanos. Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones (paradosis) de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo (Col 2:8).
En cada uno de estos contextos, el significado de paradosis es consecuente – quiere decir doctrinas y enseñanzas. En el pasaje de nuestro estudio, el contexto es la doctrina de la fe cristiana y por eso el Apóstol los alaba por seguir la paradosis tal como él les había entregado. Habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados (Rom 6:17).
La importancia de la paradosis de la Fe es evidente en 2Tesalonicenses 3:6, Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza (paradosis) que recibisteis de nosotros. Es un mandato de peso, dado en la autoridad del nombre de Cristo, que no deben asociarse con aquellos que no viven según la paradosis de los Apóstoles. Estad firmes, y retened la doctrina (paradosis) que habéis aprendido (2Tes 2:15).
Así sucedió: el apóstol Pablo recibió las doctrinas de Cristo por revelación divina (Hechos 1:3; Gal 1:12) y las entregó (griego –paradidomi) a las iglesias. Es la forma verbal de paradosis y quiere decir, “entregar, encomendar, enseñar.” Más adelante en el capítulo Pablo les dijo, Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado (paradidomi). Y después, Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor (véase 1Cor 11:23; 14:37; 15:3). Es el testimonio constante de los apóstoles con respecto a sus epístolas a las iglesias. Recibieron la paradosis de Cristo y por medio del Espíritu Santo escribieron la Palabra de Dios al nuevo pueblo.
Por lo tanto, lo escrito del Apóstol está arraigado en la autoridad del mismo Cristo: “Os alabo por guardar las ordenanzas (paradosis) tal como os las entregué” (paradidomi). Pinta el cuadro de una persona trayendo de lejos este conjunto de enseñanzas para las iglesias de Cristo. Los apóstoles “recibieron” el evangelio de Cristo por el Espíritu y lo “llevaron” hasta los confines del mundo, donde lo “entregaron” a las iglesias del Reino.
Las doctrinas de Cristo no originaron en Corinto, fueron entregados a los en Corinto. ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? (1Cor 4:7).
Muchas de las doctrinas del cristianismo no llegan naturalmente a la mente humana. Es decir, no se puede derivarlas por sencillo ejercicio mental. En cambio, vienen de una fuente externa y tienen que ser enseñados a la mente del hombre (Rom 10:14). Sí, hay un núcleo de verdades que vienen preinstalados en la conciencia humana (no mientas, no robes, no mates, por ejemplo), pero la mayoría de las doctrinas de la fe tienen que ser entregadas a la mente humana por un agente externo. Las Escrituras fueron dadas con ese propósito.
La mente del hombre natural no puede recibir las cosas de Dios. Para él son locuras y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente (1Cor 2:14). Así es con la ordenanza de la cabeza cubierta de la mujer y la cabeza descubierta del hombre. Las culturas del mundo piensan que es una locura. No pueden entender. Sin embargo, al estudiar la Palabra, la mente espiritual ve los hermosos propósitos de Dios en esta doctrina. Cae de manera lógica y bendecida en el corazón en sintonía con el Espíritu de Dios. Esto esperamos mostrar con la presente obra.
Varios en la iglesia de Corinto habían olvidado, o descuidado, de algunas doctrinas de Cristo que Pablo mismo les había enseñado, por lo que el Apóstol envió esta epístola y también a Timoteo, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias (1Cor 4:17). Es que Pablo tomó su responsabilidad de entregar las instrucciones de Cristo muy en serio, diciendo: “Soy puesto como siervo de Cristo y administrador de los misterios de Dios. Busco con todo ser fiel y honesto en este labor porque sé que el siervo es juzgado por su Señor” (1Cor 4:1-4).
Así es que el apóstol Pablo se preocupó en enseñar solamente lo que había recibido de Cristo y siempre avisaba si no tenía mandato del Señor sobre un asunto. Por ejemplo, en dos ocasiones en el capítulo siete, Pablo hace cuidadosa diferencia entre su juicio y el mandamiento de Dios. En cuanto a las vírgenes no tengo mandamiento del Señor; mas doy mi parecer…Mando, no yo, sino el Señor…Y a los demás yo digo, no el Señor (1Cor 7:25, 10, 12). Era importante a Pablo no enseñar sus principios, sino los preceptos de la pura verdad de Dios. No se encuentra ningún aviso en ninguna parte del capítulo once que esta instrucción salió de la mente de Pablo. En cambio, el Apóstol presenta esta ordenanza con origen en la mente de Dios en la Creación.
Pablo testifica una vez más a la autenticidad de sus instrucciones en el capítulo quince. Os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis…os he enseñado lo que asimismo recibí…Si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos (1Cor 15:1-3). Los Apóstoles no enseñaban sus propias ideas, sino entregaban las doctrinas del Evangelio del Reino de Cristo. Tomaron su llamado como un deber sobrio (1Cor 9:16).
Las siete ordenanzas de la fe cristiana
Los mandamientos del nuevo testamento tienen su base en la gran ley de Cristo, “Ama a Dios y a tu hermano también”. Todo principio de piedad o fruto del espíritu deriva de este fundamento (Mateo 22:37-40). Sin embargo, hay unos mandamientos que no son fundados en la gran ley de Cristo, aunque si una persona realmente ama a Cristo, va a cumplirlos (Juan 14:15). Se llaman “ordenanzas” y sirven como prácticas físicas en el nuevo pacto de Cristo. Mientras el Antiguo Testamento tenía cientos de ordenanzas, Cristo instituyó unas pocas para el pueblo de su Reino. Son:
• El Bautismo (Mateo 28:19).
• La Santa Cena (1Cor 11:23-30)
• EL Lavatorio de los pies (Juan 13:3-17)
• El Velo de la jefatura (1Cor 11:3-16)
• EL Matrimonio Santo (Mateo 19:4-6)
• El Ósculo Santo en la hermandad (1Tes 5:26)
• La Unción con aceite (Santiago 5:14)
Las ordenanzas del nuevo pacto no son registrados en la Biblia en forma de sugerencias, sino en lenguaje de mandatos. No obstante, en la actualidad muchas iglesias hacen caso omiso a varias ordenanzas. A veces permanecen en el catálogo teológico de la iglesia, pero no se practican o han sido “actualizados” para acomodarlas entre las normas e ideas de la cultura. Hasta las muy conocidas, como el bautismo y la santa cena, cada ordenanza ha sufrido ataques y contradicciones. El llamado es más urgente que nunca: Hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra (2Tes 2:15).
Llama la atención que el antiguo testamento describió los pasos exactos para observar correctamente las ordenanzas de la Ley, pero el nuevo testamento no da los detalles precisos para guardar sus ordenanzas. La fórmula del bautismo, por ejemplo, no se encuentra prescrita. ¿Agua derramada sobre la cabeza o todo el cuerpo sumergido? ¿Quién es autorizado a bautizar y cómo se realiza la ceremonia?
Parece que el Espíritu no dio la receta exacta para resguardar el significado, para que el rito físico no llegara a ser el enfoque en vez de la acción espiritual. Pues, el propósito final en guardar las ordenanzas es vivir en acuerdo a sus principios espirituales. Si bien es importante bautizarse, la sencilla acción del agua sobre el cuerpo físico no es el fin de la ordenanza, sino la acción más profunda de limpiar el alma y dedicar la mente al servicio del Señor.
Las ordenanzas funcionan como analogías físicas para recordarnos de verdades espirituales. Es decir, cada una transmite varios significados que enseñan el pueblo de Dios de verdades importantes. Además, al guardar la ordenanza, el alma es edificado, la mente se vuelve más sabio y la fe crece. Y como fruto directo, hacen abrir las puertas de la bendición y la gracia de Dios (Juan 13:17).
La ordenanza de la santa cena, por ejemplo, tiene cinco significados. Primero, conmemora la obra de Jesús en dar Su vida para redimirnos de este mundo vil, dándole gracias por tanto amarnos (1Cor 11:23-25). Segundo, es un compromiso de seguir identificándome con Cristo, en soportar los sufrimientos como hizo Él y en renunciar mi voluntad a favor de Su voluntad (Mat 26:42; Fil 3:10). Tercero, es un momento periódico en que cada cristiano vuelva a examinar su propia vida por pecados imprevistos (1 Cor 11:27-30). Cuarto, es una santa comunión estrecha de la Cabeza con el Cuerpo local, de recibir los alimentos espirituales que permanecen para la vida eterna (1Cor 10:16-21; Juan 6:35). Y quinto, es un recordatorio anunciando el inminente regreso del Señor por los suyos (1Cor 11:26).
Son bellos adornos espirituales a la sencilla ceremonia de la iglesia local al tomar juntos del pan y el fruto de la vid. Y es el patrón de cada ordenanza – el bautismo, el matrimonio, el lavatorio de los pies y los demás.
Consecuentemente, la ordenanza del velo de la jefatura enseña tres verdades, muy importantes, para el pueblo de Dios. El presente estudio vuelve una y otra vez a destacar estos tres fundamentos que marcan la práctica de la cabeza cubierta de las hermanas y la cabeza descubierta de los hermanos en la hermandad.
Los tres significados de la ordenanza del velo de la jefatura
- Autoridad y sumisión es el principio primordial envuelto en la ordenanza del velo de la jefatura. La creación demuestra el perfecto orden y estructura de Dios. El tiempo y el universo siguen las leyes que Él ordenó en el principio, tanto en el ámbito físico como en el espiritual. Creó el Hombre a Su propia imagen, pero varón y hembra – diferentes en ciertos aspectos (Gen 1:27). Al varón le dio un trabajo y lo creó con las dotes necesarias para tal trabajo. A la mujer le dio otro trabajo y la creó con otras dotes que ella necesitaría para su trabajo. La verdadera Iglesia de Dios se regocija en las hermosas diferencias, pero el Mundo busca borrarlas y enseña que la mujer no vale en su feminidad y necesita ocuparse como el varón. El hombre, mientras tanto, no debe actuar en autoridad, porque la mujer es su igual en autoridad. La ordenanza del velo de la jefatura ayuda a los cristianos recordar el orden de Dios en crear el ser humano.
- La humildad y la mansedumbre es el segundo principio de la ordenanza del velo de la jefatura. La humildad es la primera y más importante actitud del cristiano, pues la salvación es el resultado de humillarse al profundo y pedirle misericordia a Cristo. Tres de las bienaventuranzas tienen que ver con la humildad (Mat 5:3-5). La gloria de Dios es perfecta, santa y pura, pero la gloria del hombre es caída y corrompida por el orgullo. Debe humillarse (Stgo 4:10). La mujer es la gloria del ser humano, el encanto de la especie. Por eso debe cubrirse la cabeza, porque la gloria de la humanidad es manchada y debe ser cubierta. Se llega a la misma conclusión al contemplar el polo opuesto, pues, mientras la humildad es la actitud fundamental en la vida cristiana, el orgullo está a la raíz de todo pecado. Tomar mi propio camino es orgullo; confiar en mi mente y juicio es orgullo; seguir mi interpretación privada de la Biblia es orgullo; ignorar las autoridades en mi vida es orgullo. Los simbolismos en la ordenanza del velo de la jefatura destacan los principios de humildad y mansedumbre.
- La modestia es el tercer principio del velo de la mujer cristiana. Dios ordenó que Su pueblo llevara una vida modesta, pura y pacífica. Ya que Él nos creó a Su imagen, cabe apropiado que nos vestimos con pudor y vivimos de manera modesta y sobria – como corresponde los súbditos humildes y sumisos del Gran Rey. Es un principio esencial para todos en la iglesia, pero especialmente para la mujer, porque en este pasaje ella presenta al mundo las características particulares del Dios que se hizo carne, Jesucristo, el máximo ejemplo de vivir en pureza, modestia y sumisión. La modestia es elegir glorificar a Dios en vez buscar la atención de otros. Es desarrollar integridad moral y belleza de carácter. El pudor se preocupa de la parte interna del hombre y no de la externa.
Estos tres principios están en muy baja evidencia entre las iglesias de Cristo. Hoy en día, se celebra la rebelión en vez de la autoridad. Someterse es ser débil. La humildad y la mansedumbre han sido olvidadas por completo en la locura para glorificarse en la fama y renombre. ¿Y la modestia? En muchas iglesias, hay poca diferencia entre las prácticas de la sociedad y los miembros de la iglesia. Vivimos en el momento más necesario que nunca de practicar esta ordenanza en las iglesias de Cristo.
El alto valor de las ordenanzas
El mismo capítulo que enseña una de las ordenanzas más populares (la santa cena) también enseña la menos popular (el velo de la jefatura). En muchas iglesias, se recitan 1Corintios 11:23-25 al partir el pan y el fruto de la vid. Pero ignoran por completo la primera parte del capítulo, ni existe para ellos.
Dios instituyó la ordenanza de la santa cena para ayudarnos a recordar algunas cosas importantes. ¿No pudiéramos recordarlos sin observar el rito? Acaso que sí, pero eso sería cuestionar la sabiduría del Señor. En cambio, leamos la Palabra de Dios como un niño que escucha y cree todo lo que dice su padre, un niño que desea aprender de él. Tal vez no entendiendo cada detalle, pero aceptándolo de todos modos y haciéndolo.
¿Cuán importante es a Dios que guardemos Sus ordenanzas? Pues, como decimos, no son parte integral del gran mandamiento del Amor; son sencillos tipos físicos de verdades espirituales. Me pregunto cómo respondería Moisés a la pregunta. El hombre más manso de la historia no obedeció a Dios en un solo detalle y recibió una pena muy dura. Dios se le negó el privilegio de liderar los hijos de Israel a la tierra prometida. No quebrantó uno de los diez mandamientos, no infringió una de las leyes del Pacto, simplemente no siguió la instrucción con suficiente cuidado – golpeó la roca, pero Dios le había dicho que la hablara. A lo mejor Moisés nunca supo la gravedad de su error, pero al golpear la roca arruinó un tipo de Cristo (1Cor 10:4; Num 20:11-12), pues ya había golpeado la Roca en otra ocasión (Ex 17:6) y Cristo fue herido una sola vez.
Entonces, quebrantar una ordenanza, o un tipo analógico, no es una desobediencia menor – altera una evidencia diseñado por Dios. Actuar en contra de Sus designios es destruir un testimonio que Él dibujó para convencer a las almas buscando la verdad. El mundo es privado de un prueba espiritual cuando el pueblo de Dios deja de practicar el modelo que Él nos mostró (Heb 8:5).
La gravedad de este tipo de insubordinación se ve en el capítulo de nuestro estudio. Había muchos enfermos y debilitados en Corinto precisamente por participar indignamente en la santa cena y algunos dormían (1Cor 11:27-31). Fueron dañados espiritualmente por no guardar la ordenanza tal como el Apóstol se les había entregado.
En las Escrituras, se ve que Dios se preocupa de los detalles, aun detalles medio ocultos. El ángel de la muerte pasó por Egipto buscando una sencilla señal física de cada familia israelita: la sangre de un cordero rociado en la parte superior y en los dos laterales de la puerta. Desobedecer el mandamiento significaba la muerte inmediata del primogénito. Otro ejemplo es la ley sobre las inmundicias. El hombre que negó de cumplir los pasos físicos para purificarse, tal persona será cortada de entre la congregación (Números 19:20). Rahab y su casa fue salvado porque obedeció una pequeña instrucción – atar un cordón de grana en la ventana de su casa (Josué 2:18). Jesús también solía pedir una señal física antes de sanar el enfermo. Que el pueblo de Dios acoge la advertencia.
Por otra mano, nos privamos de bendición si tomamos las ordenanzas como una prueba sencilla de nuestra obediencia. No, estos ritos llevan peso y poder espiritual. No como un “amuleto religioso”, sino como actos que dan motivo a Dios para bendecir el pueblo de Su redil. Él está buscando hombres y mujeres con el corazón fijado en Él, personas que gozan en hacer Su voluntad. Honrar Sus ordenanzas demuestra lealtad a Él. A tales personas Dios se regocija en hacer que sobreabundan en Su gracia y bondad.
El ejemplo del inicio del movimiento anabaptista es potente. Varios siglos después de Cristo, las ordenanzas del bautismo y la santa cena fueron completamente corrompidas por ese falso profeta, la Iglesia Católica Romana. Arrepentíos, y bautícese se cambió al bautismo de infantes, y la santa cena cayó a ser una hostia repartida en la misa dominical que supuestamente se transformó en el cuerpo literal de Cristo. Es consecuente que las maldades y falsas enseñanzas de la iglesia visible acontecían en paralelo a su descuidado de estas ordenanzas. Pues, únicamente por guardar las ordenanzas se conservan sus significados para invocar el poder de Dios en su Iglesia.
En el año 1525 un pequeño grupo de creyentes, convencidos por la Palabra que el bautismo de infantes no era aceptable a Dios, se unieron en el primer culto de bautismo para adultos en quizás 1000 años. ¿Qué pasó? Las puertas de la gracia se abrieron en el cielo y el poder de Dios llenó esa pequeña manada. Salieron alumbrados y con mucho coraje predicaban la Palabra de Dios y el Espíritu dio el fruto.
La nueva iglesia explotó en la escena en Europa y creció exponencialmente a pesar de fuertes persecuciones. Tan potente su crecimiento, que solo fue superado en la historia por la explosión de la iglesia en el primer siglo después de Cristo. La lección para nosotros es la siguiente: para recuperar el gran terreno perdido con respecto al rol de hombre y mujer, al sexo y el matrimonio y a los dos géneros, las iglesias de Cristo tienen que volver a guardar la ordenanza de Dios tal como fue entregada.
La importancia de la ordenanza del velo de la jefatura
Finny Kuruvilla dibujó la escena de dos mecánicos a pie conversando en el hangar de un aeropuerto. Tenían la mirada en el piso mientras uno decía al otro, “Extraño. Un perno suelto. Me preguntó de dónde salió.” Y a las espaldas, se veía un avión cayendo al suelo en dos pedazos. Es solamente un cómic, pero hace resaltar la pregunta: “¿Cuál es la pieza más importante de un avión?” Bueno, ¿No es el perno tirado en el piso? Un sencillo perno, pero de repente, el éxito del vuelo depende de ello.
Yo veo el avión del cristianismo cayendo del cielo. Iglesias que antes creían en la autoridad de las Escrituras y la santidad en la vida han dejado esas verdades. En cambio, promueven ideas perversas en los mismos púlpitos de las iglesias y los líderes permiten actos de pecado y estilos de vida vergonzosos en la membresía. Hace cien años, el profesor de psicología más radical no pudiera haber predicho lo que se acepta en muchas iglesias hoy.
¿Qué pasó?
A las iglesias se les cayó una pieza importante. Se les olvidó de un perno en el piso del hangar – la ordenanza del velo de la mujer y sus principios de sumisión a la autoridad, la humildad y la modestia en la vida. Como sucedió con la Iglesia Católica al viciar el bautismo y la santa cena, la tremenda desliza a perversión en las actuales iglesias protestantes comenzó al ignorar la práctica del velo hace unos cien años. No estamos aquí de golpe, sino por una serie de pasos.
Ese primer paso de ignorar la ordenanza llevó las iglesias descuidados a tomar varios pasos más. El segundo paso fue abandonar la modestia – las mujeres comenzaron a usar ropa que mostraba el cuerpo y luego quitaron la ropa en lujurias peores. Pasaron rápido al paso tres: la fornicación y el adulterio se metieron en las iglesias y con resulta muy destructiva a la familia por medio del divorcio y recasamiento. Paso cuatro: se dieron razón a las feministas salir a las calles para exigir derechos de las mujeres. Muchas iglesias, ya transadas por los pasos anteriores, abrazaron su falsa doctrina. Paso cinco: llegaron las perversiones de Sodoma – la homosexualidad, la pornografía, la inmoralidad abierta y el matrimonio homosexual. Pero el sexto paso fue aún más horrible: el movimiento a la identidad de género y la orientación sexual – hombres diciendo ser mujeres y mujeres siendo hombres, hasta cirugías para cambiar sus partes íntimas. ¿Qué sería el paso próximo? Y, ¿Cuántos pasos quedan hasta que Dios no aguante más y viene en Su ira a juzgar estas maldades?
Si la crees una exageración culpar a las iglesias por este deslizamiento a Gomorra al dejar de enseñar a las mujeres usar el velo, considera el caso de las iglesias que no abandonaron la ordenanza. En ellas, no tienen estas luchas con el divorcio, la homosexualidad, vestimenta inmodesta, el feminismo, cambios de sexo, etc. El perno todavía está fijo en su lugar y el avión sigue en vuelo. Sí, nosotros también sentimos los efectos y las influencias de la sociedad cada vez más malvada y perversa. No proclamamos ser iglesias perfectas. Pero, por lo menos, no hay en nuestras iglesias tales acciones pecaminosas y retorcidas, acciones aberrantes que siempre han traído la ira y el juicio de Dios.
¡Anímense iglesias y cristianos fieles! Hacen lo correcto al “guardar la ordenanza tal como la entregó el Apóstol”. No escuchen las voces en el cristianismo moderno clamando, “¡Vaya, qué práctica más obsoleta! Olvidase de tradiciones viejas y únase a los del siglo XXI.”
Escúchenme esto: los mandamientos de Dios funcionan. Los ordenó para nuestro beneficio y bendición. Entonces, ¡Abracémoslos, regocijémonos en ellos! Pues, reflejan el diseño perfecto y sabio de Dios. Alabémoslos como David. ¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos…más que todos mis enseñadores he entendido. Más que los viejos he entendido, porque he guardado tus mandamientos…¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia. Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino (Sal 119:97-105).
David puso precio más alto a la Palabra, amó la Ley de Dios, anheló cumplir sus mandamientos. No los encontró incomodos o pesados. Cuánto más debemos nosotros amar el hacer la nueva Ley de Cristo y cumplir sus mandatos. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos (1Juan 5:3).
Los estudios indican que el 10% (aprox.) de los hijos cristianos siguen en la fe de sus padres. El porcentaje en las iglesias anabaptistas es mucho mejor. No lo digo para reconocimiento, sino para dar gracias por la tremenda bendición que vivimos al guardar fiel nuestros antepasados las ordenanzas de la Palabra. Seguramente hay malos ejemplos en el anabaptismo, pero la Verdad no cambia con el paso de tiempo, ni con la aprobación o rechazo de la humanidad. No importa si nadie la hace o la cree, sigue la Verdad.
La tendencia humana de justificar nuestras creencias y acciones es fuerte, incluso al encontrar las evidencias obviamente en contra. Ejemplos son los evolucionistas, las feministas, los políticos y otras humanidades. Creen su dogma a pesar de argumentos insuperables en contra. Los cristianos son humanos también, entonces luchan con la misma inclinación. Queremos tanto creer que algo es cierto, que somos tentados a rechazar el sentido común. De repente profesamos creer lo que no es posible, o muy improbable.
Estás jugando en un partido importante y la pelota cae justo donde la línea. Todos en tu equipo están convencidos que cayó dentro, pero todos en el otro equipo están seguros que cayó fuera. Las personas quieren tanto que la verdad esté a su favor que el buen juicio vuela por la ventana. Él que desea mucho que algo sea verdad, dirá y creerá cualquier cosa para “hacerlo la verdad”. Para él, ya está decidido el caso; lo que queda es argumentar a favor de su verdad. Ojo, tal actitud es muy peligrosa al tomar en mano la Palabra de Dios.
Hay tres argumentos generales que se han confeccionado en contra de la ordenanza del velo de la jefatura. Analizaremos cada uno en la parte apropiado de este libro. Aquí son:
- Pablo no dio este pasaje como ordenanza a las iglesias de Cristo, sino que alabó a los en Corinto por respetar una costumbre cultural en esa región. El velo no es una doctrina de Cristo.
- Pablo no enseña a cubrirse la cabeza con un velo, sino que da a entender que el cabello de la mujer es el mismo velo de la jefatura.
- El velo de las hermanas y la cabeza descubierta de los hermanos es una ordenanza solo para los cultos de las iglesias. Los mandatos no son necesarios a practicar durante los días de la semana.
El favorito de los eruditos liberales es el primer argumento – el velo de las mujeres y la cabeza descubierta de los hombres era una antigua tradición cultural que no tenía vínculo con la doctrina de Cristo a las iglesias de Dios. En efecto, lo leen así: “Los alabo, hermanos, por guardar las tradiciones de la cultura en Corinto”. Pero el Apóstol no dice tal cosa. “Los alabo, hermanos, por guardar las tradiciones tal como yo se las entregué”. Pablo era un extranjero en Corinto. Trajo la tradición que había recibido de Cristo para ser entregada a Sus iglesias. No eran sus ideas, sino los mandamientos del Señor.
La “cadena de mando” de Dios
(1Cor 11:3) Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.
El propósito principal de la cabeza descubierta de los hermanos y la cabeza cubierta de las hermanas en la hermandad de los creyentes es recordarles todos de la cadena de autoridad que Dios diseñó desde el principio (por esto, “El velo de la jefatura”). Dios es la cabeza de Cristo, que es la cabeza del varón, que es la cabeza de la mujer. Cada hermano o hermana demuestra públicamente su lealtad a Cristo y Su Reino al obedecer Su mandamiento particular para él o ella.
En el principio, Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza – varón y hembra los creó (Gen 1:27). Dio a cada uno ciertos deberes y los equipó con las capacidades naturales que los ayudarían en realizar sus trabajos de buena forma. Al hombre le encargó a ser el líder, tanto en lo físico como en lo espiritual. Y a la mujer dio la responsabilidad de criar hijos que siguieran el Señor. Más adelante, estudiaremos estos roles en detalle, pero al comienzo de la ordenanza, cabe apropiado notar la función principal de la enseñanza – es una señal externa que uno entiende y acepta la jefatura y el papel de Dios para él/ella.
La cultura del mundo se opone fuerte a esta ordenanza. Se critica airadamente la mera idea de “jefatura” con gritos de “igualdad para la mujer”. La sociedad mundana enseña a sus seguidores a odiar la autoridad y la jefatura porque son opresivos e injustos. La igualdad, nos dicen, es justa y libertad. Pero seamos honestos. La igualdad que promueven los liberales no, ni puede, existir. Siempre habrá un orden jerárquico en la sociedad, ya sea formalmente reconocido o no. Y eso es bueno, porque no somos todos iguales en cada punto y área. La sociedad que usa bien los talentos y fortalezas distintos de la personas es una sociedad que crece y se mejora. Negar esa verdad es absurdo e injurioso.
Jefatura es una mala palabra debido a las ideas incorrectas de la sociedad. Pues, la igualdad verdadera se mide en valor espiritual, no por posiciones, roles y talentos. En valor espiritual, los hombres y las mujeres son iguales. Aunque los conceptos de valor y jefatura son temas separados, los activistas en el mundo intentan fusionarlos en un solo asunto “malo”. Ignoran lo obvio. Una policía y un ciudadano tienen el mismo valor, pero el policía tiene la jefatura, lleva autoridad.
Como cristianos, debemos recordar que la autoridad y la jefatura es el buen diseño de Dios. No hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste (Rom 13:1-2). Dios ordenó la autoridad y la sumisión a ella en el principio. Entonces, no sorprende que el Diablo enseña a la cultura del mundo a rechazar la autoridad y burlarse de la sumisión.
El blanco particular de Satanás en este momento son las mujeres. Les enseña a ser inmodestas en vez de prudente, a ser promiscuas en vez de castas, a vivir para sí en vez de cuidadosas de su casa, a ser malas en vez de buenas, y ser rebeldes en vez de sujetas a sus maridos (Tito 2:5). El Diablo ha logrado convencer la cultura a rechazar el mandamiento de Dios, Vosotras mujeres, estad sujetas a vuestros maridos (1Ped 3:1). El mundo enseña que la mujer tiene autoridad de su propia cuenta.
Escúchenme esto: toda autoridad depende en someterse a otra autoridad. O sea, la autoridad de una persona se ratifica mediante su sumisión a la autoridad de más arriba. Incluso la autoridad y el poder de Cristo se le vinieron después de someterse a la voluntad del Padre. No existe autoridad acepto menos que sea bajo este formato.
Interesante, Dios utilizó un centurión romano para enseñar sobre esta verdad. Jesús se dirigía a sanar al siervo de este hombre cuando le envió un mensaje: Señor, no te molestes… pero dí la palabra, y mi siervo será sano. Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oír esto, Jesús se maravilló de él (Lucas 7:1-10).
El centurión entendió que Jesús tenía autoridad porque Él aceptó su rol bajo una autoridad más alto. También yo soy hombre puesto bajo autoridad, dijo el centurión. Vio el poder de Cristo y supo automáticamente que Jesús era una persona sumisa y obediente a su figura de autoridad. El Diablo quiere que ignoramos este patrón y que seguimos su ejemplo fuera de la autoridad acepto.
Claro es que el poder está vinculado a la sumisión, que la autoridad resulta al someterse a la autoridad arriba. Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles (v10). Un poder le viene al aceptar su posición bajo autoridad. Al cubrirse la cabeza, es autorizada actuar en la autoridad de Cristo.
El principio rige en toda la vida, ya sea en el hogar, la iglesia, el gobierno o negocios. El poder crece a la medida que la persona se somete a las autoridades en su vida. Hermanos y hermanas, ustedes reciben el poder de Cristo al humillarse y someterse a la autoridad que Dios les ha dado. La persona que no obedece y no somete, elige alinearse con ese maligno y sus demonios que también se rebelaron contra Dios. Porque el poder sí existe fuera de la sumisión, pero su base siempre está fuera de la autoridad de Dios. A eso se llama arrogancia y rebelión.
Hace años, yo trabajaba como presidente en una empresa fábrica de componentes. Cada día nos reunimos los jefes de departamento y dueños de la compañía para manejar los asuntos de ventas, producción y la fuerza laboral. Pero a la misma vez, fui observando siempre a los trabajadores – viendo cómo respondían a problemas y evaluando sus actitudes y hábitos de trabajo. De esa forma, pude elegir la persona correcta para ascender. Aunque era joven e inexperto en esos días, aprendí que los empleados obedientes a su jefe se convertían en jefes buenos, mientras que los obreros no sumisos se convertían en jefes terribles. La persona que brilla en someterse a su autoridad es la misma persona que brillará en una posición de autoridad.
El simbolismo de la cabeza y el cuerpo
Las Escrituras comparan la autoridad del hombre y la mujer con la estructura de autoridad entre Cristo y Dios. Nadie tiene problema con la autoridad del Padre sobre el Hijo – Dios (es) la cabeza de Cristo; pero muchos no pueden aceptar – el varón es la cabeza de la mujer. Pues, la mente natural no recibe las cosas del Espíritu (1Cor 1:12). Como ya explicamos, las ordenanzas fueron entregadas a las iglesias desde una fuente externa. Entonces no caen natural en la mente humana. Hay que discernirlas al usar la mente espiritual.
A Juan Crisóstomo, le llamó la atención los símbolos que el Espíritu Santo eligió para ilustrar el principio de autoridad en el caso del varón y la mujer. No usaba la relación de un amo con el siervo, ni un rey con el súbdito, sino una cabeza con el cuerpo. Es una imagen que destaca la unión, porque el cuerpo físico no puede existir sin cabeza, ni la cabeza puede existir sin cuerpo. Como el Apóstol dijo en versículo 11, Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón. La cabeza y el cuerpo trabajan juntos, tienen las mismas metas y propósitos. No compiten entre sí, no se envidian, no luchan; son un solo cuerpo (1Cor 12:12).
Además, la cabeza y el cuerpo siendo un solo organismo concuerda con la descripción de Jesús del esposo y la esposa: Los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno (Marcos 10:8). Es una imagen hermosa de unión estrecha. Sí, hay una cabeza arriba, pero sin el corazón, las piernas y los brazos, queda inútil. Y esos brazos y piernas tampoco sirven para nada sin una cabeza. El esposo y la esposa están unidos en una relación simbiótica. Son interdependientes, un solo cuerpo.
Los que se irritan ante la idea del hombre siendo la cabeza de la mujer tiene un concepto erróneo de Dios y Cristo, porque estas son relaciones paralelas. Jesús dijo: “Yo y el Padre uno somos. Pero, el Padre mayor es que Yo (Juan 10:30; 14:28). No hay competencia, ni celos, ni luchas de poder en la Trinidad. El hombre y la mujer no tienen mejor ejemplo de la jefatura que la comunión íntima de Cristo y el Padre, en la que la autoridad amorosa y la sumisión pacífica se destacan como los objetivos más altos. Como Dios y Cristo, el esposo y la esposa trabajan en mutuo amor y respeto, en una armonía de propósito.
El esposo debe liderar según el patrón que dejó Dios de perfecta sabiduría y amor al Hijo. Y como Dios exaltó a Cristo hasta lo sumo y le dio un nombre sobre todo nombre por su obediencia y sumisión, la esposa que honra a su esposo y se somete a su liderazgo será elevada a la posición más alta de amor y aprecio.
Para tal esposo, el liderazgo es una responsabilidad sagrada; y para tal esposa la sumisión es una vocación honorable. Son posiciones importantes en igual que Dios ordenó para bendiciones igualmente significativas. Hacer la buena voluntad de Dios no es una tarea pesada, es nuestro gozo y deleite (Sal 16:11).
Interesante, el Apóstol no enumera el orden de autoridad de arriba hacia abajo como esperaríamos: Dios la cabeza de Cristo, Cristo la cabeza del varón, el varón la cabeza de la mujer. En cambio, aparecen en paralelo de dobletes: Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.
Varón…………………………. Dios (Él ejemplifica al Padre)
El Hombre refleja la imagen de Dios al mundo
Mujer…….…………….……..Cristo (Ella ejemplifica al Hijo)
Este bosquejo ilustra dos verdades clave. Primero, nos hace recordar que Cristo también tiene una cabeza y por lo tanto, la sumisión no es una humillación, sino el camino a poder. Además, Dios y Cristo aparecen tan iguales en las Escrituras que es difícil separar sus niveles de autoridad en nuestra mente. Así es con el varón y la mujer. Aparecen iguales, como Dios y Cristo, pero sí son diferentes en otro sentido. Segundo, nos hace recordar las responsabilidades del Hombre. El varón debe señalar a Dios al mundo, al guiar en toda sabiduría y bondad, tal como Dios con Cristo. Y la mujer debe señalar a Cristo al mundo, mediante la sumisión pacífica, tal como Cristo con Dios.
Dios encargó la Iglesia a predicar las verdades de su Palabra, y ordenó que el varón y la mujer lleguen a ser uno para presentar Dios al mundo. De lo contrario, el testimonio sería incompleto. La mujer representa ciertos atributos de Dios y el varón representa otros atributos. Juntos, ofrecen un testimonio cohesivo de la Verdad. Debemos retratar estos misterios divinos de Dios para que el mundo Le conozca. Debemos presentar Su imagen atractiva, las bellezas de Sus atributos y las maravillas de Su gracia. La doctrina del velo de la mujer cristiana hace eco dentro de este mandato.
Yo creo que las mujeres que se enojan con la idea del varón como su cabeza están pensando en la relación del amo y siervo. El hombre tiene 100% del control, mientras la mujer tiene 0%. Pero tal perspectiva no concuerda con el simbolismo de la cabeza y el cuerpo, ni con el ejemplo de Cristo sometiéndose al Padre (Mateo 26:39).
Mejor verlo como un arreglo de 51-49%, pues, la mujer maneja la casa y dirige los hijos sola al salir el marido. Y en asuntos importantes, el esposo y la esposa deben decidir juntos, cada uno usando las fortalezas que Dios les dio. El cerebro del hombre tiende a concentrarse en los hechos del caso, mientras la mujer tiende a considerar los efectos y las emociones. Al escucharse entre sí, terminen con una visión más completa y equilibrada.
Sí, al fin y al cabo, Dios designó al hombre ser el líder de la familia. Él es el responsable, encargado de manejar el hogar y dirigir en las decisiones. Juzgará Dios su forma de liderarlo. Pero la esposa contribuye muchísimo al manejo de la familia y tiene un afecto grande en ella.
La cultura del mundo y tristemente muchas iglesias, no aprenden ni aceptan el buen orden de Dios para la humanidad y están sufriendo los frutos amargos de su desobediencia. Las naciones están en confusión y las familias en caos; las relaciones humanas son una mezcla inicua de perversiones. Los hombres no actúan en autoridad amorosa y las mujeres no actúan en sumisión pacífica. Ambos hacen lo que agrada a sí mismo. ¿Cómo puede prosperar la Iglesia de Cristo con miembros de este carácter?
Muchas iglesias ni siquiera abordan el tema de la jefatura porque resulta en acusaciones y discusiones. El instinto humano es ser el primero, dueño de sí mismo, su propia autoridad. ¿Quién quiere ocuparse del segundo plano? Tal actitud Jesús buscó eliminar de la mente de sus discípulos: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor (Mat 20:25-26). Es otro concepto que nunca vendrá de forma natural a la mente humana. Tiene que ser enseñado por revelación divina y requiere una decisión fuerte para ignorar las voces de la cultura en contra. ¿Quieres ser grande en los ojos de Dios? Conviértete en un siervo. Es el objeto de otra ordenanza, el lavatorio de los pies.
La relación del marido y esposa en la práctica
El pasaje más completo sobre la relación entre el marido y la esposa es Efesios 5:22-28, Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
Como en 1Corintios 11, el simbolismo es cabeza y cuerpo y la jefatura aparece en paralelo de dobletes. Sin embargo, se agrega un doblete que sirve para aumentar aún más el significado del velo de la jefatura. El primer doblete ya conocemos: el marido es cabeza de la mujer, y el nuevo es, Cristo es cabeza de la Iglesia.
El simbolismo de los paralelos es aleccionador. La vida de Cristo sirve como ejemplo para la vida del marido. Cristo dio su vida por su novia, hacía todo para darle a ella lo mejor, a pesar de gran sufrimiento personal. Así debe el marido amar a su esposa, como a su propio cuerpo.
Por otra mano, la Iglesia sirve por ejemplo a la esposa. Como la Iglesia está sujeta a Cristo en todo, así la esposa a su marido. La Iglesia es una virgen santa, modesta, respetuosa y gloriosa, dedicada únicamente a Cristo, así la esposa a su esposo.
El bosquejo requiere una actualización de la siguiente manera:
Cristo es ejemplo al Varón en ejemplificar a Dios
El Hombre refleja la imagen de Dios al mundo
La Iglesia es ejemplo a la Mujer en ejemplificar a Cristo
Mas tú, oh hombre de Dios…sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre (1 Tim 6:11). Si eres un hombre de Dios, debes valorar en rubíes la mujer que Él te ha confiado. Guíala y cuídala con lo más alto amor, sabiendo que ella es una hija de Dios. La medida de excelencia es muy alta, pues nadie puede amar como Cristo, el ejemplo que debes seguir en presentar Dios al mundo. El velo modesto de tu esposa es un recordatorio de que ella es para ti una responsabilidad – de cuidar y amar, incluso hasta la muerte.
Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos (1 Pedro 3:1). Permítale ser el líder que Dios diseñó, y elige ser la ayuda idónea que Él creó (Gén 2:18). Las esposas deben ser prudentes y amar a sus maridos e hijos, castas y cuidadosas de su casa y obedientes al marido (Tito 2:4-5). Son las mismas características de la Iglesia santificada y sin mancha.
Vale la pena repetirlo: Cristo también tenía que entregar Sus propios deseos y hacer la voluntad de la Cabeza (Marcos 14:36), pero justamente por eso ganó el más alto honor y gloria. La sumisión es el antecedente divino a la autoridad y el poder.
Esposos, recuerden que tu esposa quiere sentir amada y apreciada por su sacrificio voluntario. Y esposas, recuerden que tu esposo quiere sentir amado y respetado por su liderazgo de amor. Quiere decir, esposos, que tu liderazgo debe ser de tal calidad que ella se deleite en amarte. Y esposas, tu sumisión debe ser de tal calidad que él también se regocije en amarte. El esposo y la esposa que se unen en mutuo amor y aprecio forman un castillo espiritual fuerte, un testimonio brillante de esperanza en un mundo torcido por no seguir el patrón de Dios.
Hermanas, tengo cierta simpatía por tu situación. Tus ojos y oídos no mienten; nosotros esposos somos lejos de la perfección, ¡hasta parecer tontos a veces! La gran mayoría de los esposos sufren de una enfermedad de oídos que les hacen difícil escucharlas. “Marido, ¿puedes sacar el basurero? Está al punto de rebosarse”. El esposo no muestra signos de haber oído ni una palabra. ¡Es muy triste su condición! Basta de excusas graciosas. El hecho plano es que Cristo tuvo que someterse a Dios, quien es perfecto, sabio y todo-comprensivo, pero toca a las esposas someterse al marido que no cuenta con ninguna de tales cualidades.
Sin embargo, he leído todos los pasajes. Las Escrituras no dan lugar a la esposa actuar en contra de su esposo. Puede que él está equivocado, pero aún no hay una cláusula de excepción. Como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo (Efesios 5:24). La única excepción se encuentra en Colosenses 3:18, Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. O sea, ella no debe seguir su esposa en actuar contra de los principios de la Palabra de Dios, porque tales acciones no convienen en el Señor.
Recuérdense hermanas, que Dios todo lo ve y todo lo sabe. Él conoce tu vida, tu corazón, tus dificultades y estrés. Su gracia es suficiente para tu situación y circunstancias. Después del pecado del Hombre en el huerto de Edén, Dios le informó a la mujer del estorbo de su vida: Él se enseñoreará de ti. Pero en el mismo suspiro, Dios le dio una bendición: Tu deseo será para tu marido. En ese momento, Dios instaló en la mujer el deseo de casarse, amar a su esposo y tener hijos. Es el alto anhelo de la mujer piadosa, aun sabiendo que va a ser “gobernada” por el esposo. Pues, Dios la creó de forma que se siente más cumplida y más útil al servir y obrar en su hogar. Eso es una gran bendición.
Lo mismo ocurrió con el hombre. Dios le informó del estorbo de su vida: “¡Trabajar! Con el sudor de tu rostro…hasta que vuelvas a la tierra. Pero, instaló en el hombre el sentirse más cumplido y útil en eso, en proveer para su esposa y la familia. Esposo y esposa, juntos en estorbos diferentes, pero bendecidos igual en pasárselos. El mundo quiere borrar este noble diseño.
El Juez justo de toda la tierra conoce cada detalle. En el día de repartir las recompensas, Él evaluará la fidelidad de cada uno en cumplir la parte que le ha dado. Entonces, no cabe mirar a los demás, ni comparar la situación nuestra con las de otros. Cada uno debe dedicarse a desempeñar la obra que Él ha pedido según la Palabra de Su voluntad.
Esposo, Dios está velando como tratas a la hija que te ha dado para amar y cuidar. Los suegros se interesan en tales cosas. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella (Ef 5:25). Jesús dio su vida porque ama a la Iglesia y quería que ella lo amara también. Así el marido gana el amor y el respeto de su esposa también – en acción sacrificial y palabras compasivas de vida.
¿Qué pasa si el esposo no se sacrifica por su esposa? La Biblia dice que ella tiene el poder de cambiarlo. Mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas (1Pedro 3:1; Tito 2:4-5). Más adelante, estudiaremos la influencia sagrada de la esposa y el poder de sus oraciones, que son joyas de gran valor.
El Espíritu termina la doctrina sobre la relación entre marido y mujer en 1Pedro 3:1-7 diciendo que son coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo. Los hombres y las mujeres tienen roles diferentes, pero son de igual valor y recibe la misma medida de gracia. Son coherederos, o sea herederos en conjunto, dando de nuevo la imagen de unidad. El versículo lleva una amonestación también – el no vivir conforme a las instrucciones de la Palabra afecta sus oraciones; serán estorbadas.
El mandamiento en breve
(1Cor 11:4-5) Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado.
La doctrina en sí es bastante sencilla. La cabeza descubierta del varón y la cabeza cubierta de la mujer proclaman el orden de autoridad que Dios ordenó al principio. El varón o mujer que guarda la ordenanza está honrando su cabeza, mientras que la persona que no la guarda está deshonrando su cabeza. Seguir el mandamiento demuestra la decisión de seguir el diseño de Dios – que tanto el varón como la mujer se someten a su autoridad y que viven en humildad y modestia delante de Él.
Si bien estos principios de jefatura son primordiales en la relación matrimonial, las palabras “esposo, esposa, marido” no aparecen en este pasaje. Leemos, “varón” y “mujer”. En verdad, se traduce la palabra griega aner como ‘hombre’ o ‘esposo’, y gune significa tanto ‘mujer’ como ‘esposa’. Hay que inferir la intención del escritor al leer el contexto.
Tertuliano demostró que los términos toda mujer y todo hombre fijan bien la intención y el sentido de estas palabras. Es decir, toda mujer quiere decir a todas las casadas, viudas y vírgenes, y todo varón quiere decir a todos los casados, viudos y vírgenes. Pablo no habló solamente a las casadas, ni solamente a las vírgenes, ni solamente a las viudas, sino a toda mujer. Y el caso no cambia con los hombres, pues mandó a todo varón. En el capítulo siete, el Apóstol sí, hizo distinción entre esos grupos, pero habló a todos en capítulo 11 (De Virginibus Velandis).
Por lo tanto, esta ordenanza es mucho más que una señal de sumisión de la esposa a su esposo. La cabeza descubierta es para todo varón y la cabeza cubierta es para toda mujer. Tiene sentido, porque todos tienen una figura de autoridad. Asimismo, todo varón y toda mujer de la hermandad están llamados a la vida de humildad y modestia. ¿Quién es cabeza de la soltera o la viuda? El Apóstol no lo dice, pero estudia el capítulo siete. Bruce Terry dijo: “En este caso, la cabeza de una mujer bien puede ser un padre, un hermano o un hijo, como es ve en los países del este” (No Such Custom, pág. 3).
¿Se deshonra la cabeza física o la cabeza de autoridad? Si es la primera, entonces el individuo se ve afectado por el acto deshonroso, pero si es la segunda, el hombre deshonra a Cristo al cubrirse la cabeza, mientras la mujer deshonra a su esposo al no cubrirse la cabeza. Bajo amabas opciones, la pregunta termina igual – tanto el hombre como la mujer deshonra a Dios al desobedecer la ordenanza, pues Él es quien la ordenó.
El hombre muestra sumisión a Cristo al mantener la cabeza descubierta, mientras que la mujer muestra sumisión a su cabeza al mantener la cabeza cubierta. Estas acciones corren contrario a los instintos naturales de hombres y mujeres mundanos. La mujer natural quiere exhibir su gloria y ser admirada – ella desea ser descubierta. El hombre natural, por su parte, recibe mayor honor llevando algo en la cabeza. Ir con la cabeza descubierta es bajarse el perfil.
Así es que los sacerdotes judíos llevaban tiaras y el sumo sacerdote una mitra (Lev 8:13; Ex 28:4); los reyes llevaban coronas y los ganadores olímpicos recibían guirnaldas. Hoy en día, el papa y los cardenales se identifican cada uno por su tocado especial y los judíos usan la kipá. El policía se pone su sombrero propio, junto con cada miembro de las fuerzas armadas. Pero Cristo enseñó que no es así en las iglesias. Los líderes no deben exaltarse a sí mismos, por menos los otros. Debe dejar la cabeza descubierta el hombre, no importa su posición en la vida o la iglesia.
Puse la pregunta en Google, “¿cuándo dejaron las mujeres de usar velos”?” La primera respuesta que apareció me sorprendía por ser tan franco: “La iglesia vio un cambio en las décadas de 1950 y 1960 con la revolución sexual. Las feministas radicales incitaron a las mujeres dejar de usar el velo porque lo tomaban por una señal de subyugación”. Tristemente, las iglesias cedieron ante la rabia de la multitud proclamando las mentiras de Satanás. Tomaron un paso más y ahora están cosechando los terribles frutos.
Qué nadie se equivoque, las iglesias están luchando en esta área debido a los tremendos saltos de maldad que Satanás ha provocado en la cultura moderna. Una iglesia tiene que pararse muy firme y decidir de forma radical a seguir los mandamientos de las Escrituras, o no va a sobrevivir en este clima social. El velo de la jefatura es la herramienta de Dios para ayudarnos.
La autoridad de la Biblia está perdiendo terreno en los mismos templos de Dios. El Feminismo, el Intelectualismo y el Socialismo siguen inyectando su veneno en la población cristiana. Las Escrituras ahora están sujetas a revisión humana. Por ejemplo, el expresidente Jimmy Carter dijo: “No quiero cuestionar las Escrituras, pero tengo un problema con Pablo, especialmente al decir él que la mujer necesita estar con su esposo y que ella debe guardar silencio en la iglesia y cubrirse la cabeza. Yo no puedo estar de acuerdo con eso” (Revista Time. https://time.com/vault/issue/1976-05-10/page/28/). Por esta declaración arrogante, el Sr. Carter informa al mundo que él sabe mejor que el apóstol Pablo acerca de la voluntad de Dios para la humanidad.
Orar y profetizar
La idea común es que ‘profetizar’ es predecir el futuro, pero tal definición no cuadra con el uso de la palabra en la Biblia. Dios envió profetas en la antigüedad para comunicar Su voluntad a los hijos de Israel y advertirles de las consecuencias si desobedecían. A menudo, los mensajes de los profetas incluían predicciones de eventos futuros, pero su propósito principal era enseñar y predicar la Palabra de Dios. Esta función primaria de ‘profetizar’ se ve también en el Nuevo Testamento. Pablo explicó: Él que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. Dijo que la profecía es el mayor entre los dones porque él que profetiza edifica la iglesia…para que todos aprendan y sean exhortados (1Cor 14:1-5, 31). Entonces, profetizar contempla el hablar del cristiano sobre la fe.
Ora o profetiza. Finny Kuruvilla explica que esta frase se debe entender como un merismo. El merismo es una figura retórica en que el escritor se refiere al sujeto completo en nombrar dos de sus partes. Los merismos se encuentran frecuentes en la Biblia. David clamaba a Dios día y noche; por eso entendemos que oraba en todo momento, sin cesar (Sal 88:1). Dios creó los cielos y la tierra – todo el universo. Los querubines cubrían sus pies y sus rostros en la presencia de Dios; quiere decir que honraban a Dios con todo su ser, desde la coronilla hasta la planta de los pies.
El término, Todo hombre (o mujer) que ora o profetiza, contempla las dos actividades más cruciales en la vida cristiana y por lo tanto hace referencia al servicio completo del cristiano. La oración encarna la comunión vertical y el profetizar abarca la comunión horizontal. Seguro es que el Apóstol no tuvo la intención de restringir la ordenanza a estas dos acciones solamente. ¿Qué de cantar y testificar? ¿Qué de servir a los santos y ayudar a los necesitados? ¿Qué de enseñar y escuchar la Palabra? No, el frase contempla la vida completa del siervo(a) del Señor.
Con esto contestamos a los que hacen el argumento que la ordenanza es para los cultos de la iglesia solamente y no para el día cotidiana. ¿Cómo se puede limitar “orar y profetizar” al culto público? Hombres y mujeres deben orar y profetizar incluso más tiempo fuera de los cultos del día domingo.
El argumento es falsificado contundentemente al avanzar unas páginas al pasaje donde Pablo habla directo de profetizar en la congregación de la iglesia. Dice, Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados…Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación (1Cor 14:31-35).
Las hermanas no deben profetizar en la congregación, es indecoroso que ellas hablen en la adoración pública. Queda claro, entonces, que el Apóstol no se refiere a los cultos al decir que las hermanas deben profetizar con la cabeza cubierta, pues, no les es permitido hablar en la congregación. Decir que la ordenanza se aplica solo al culto es imponer una contradicción en estos capítulos.
Escúchenme esto: no hay ni una pizca en todo el pasaje que la ordenanza es para el culto solamente, aparte de esta referencia general a orar y profetizar. Y como ya decimos, estas actividades se hacen con frecuencia fuera del culto. Entonces, las personas que hacen tal argumento leen en el texto algo que no se encuentra allí. Buscan formas de forzar que la pelota caiga en su lado. Pero la materia es clara. El Apóstol ni menciona el culto público al entregar esta ordenanza, sino que cita los roles generales de hombres y mujeres que Dios ha ordenado desde la Creación.
Que las hermanas cristianas oren y profeticen (y canten, enseñen, testifiquen, etc.) es una verdad sin discusión. Pero se hacen en otros ambientes, no dirigiendo frente de la congregación. Reconocemos que su dominio ordenado por Dios es crucial para el buen funcionamiento de la hermandad. Primero, ella dirija a los hijos de la familia, luego entre las hermanas cristianas, los jóvenes y los niños, pero también en el mundo de los incrédulos. Cubrirse la cabeza en estas actividades es ser empoderado con la autoridad de Cristo mismo.
En contraste con el judaísmo, las hermanas se reúnen para adorar juntos con los hombres en los templos cristianos. Cantan, oran y escuchan la enseñanza de la Palabra. Sin embargo, la estructura de autoridad ordenada por Dios no permite a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre (1Tim 2:11-15). Dio al hombre esa responsabilidad.
Entonces, la ordenanza de la cabeza cubierta/descubierta no es un mandato para el culto solamente. Es para todas esas veces que los cristianos oran y profetizan, es decir, “todo el día”. Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros (1Pedro 3:15). Orad sin cesar (1Tes 5:17). Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina (2Tim 4:2). Vivimos en estrecha comunión con Cristo cada momento del día.
Además, el principio de la jefatura aplica más allá de los muros de la iglesia, en los roles del varón y la mujer, y también los significados de la ordenanza – la sumisión, la humildad y la modestia.
Estos argumentos son fuertes, pero añadimos las siguientes consideraciones. El velo de la mujer cristiana también es una señal a los ángeles, para identificación y protección. Es una motivación para llevarlo fuera del culto. Y finalmente, observe el flujo textual de este capítulo. El Apóstol comenzó en el versículo dos: Os alabo, hermanos, porque en todo…retenéis las instrucciones tal como os las entregué. Pero en el versículo 17 cambia de tono y de tema: Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor. Aquí el Apóstol comienza a tratar el tema de los cultos de la iglesia. Y consecuentemente, hace referencia a las reuniones de la iglesia en versículos 17, 18, 20, 33 y 34.
¿Qué de los costumbres del día?
En la página 14 hicimos un resumen de los tres argumentos organizados contra la ordenanza. Tal vez el argumento más usado es que Pablo no tenía intención de decretar una ordenanza, sino que aplaudía a la iglesia de Corinto por guardar una costumbre buena de la cultura de esa época. Hay variaciones en este enfoque, pero todas fallan por las mismas razones.
Primero y punto fuerte, el Apóstol no menciona las costumbres culturales como motivo para la enseñanza, sino que declara expresamente que el motivo estaba contemplado por Dios desde la creación del mundo.
Realmente no importa si la cabeza descubierta de hombres y la cabeza cubierta de mujeres fuera una tradición cultural o no, porque las Escrituras la han dado un significado más allá de cualquier costumbre fortuita. Si se descubriera que bautizar personas era antiguamente una norma de la sociedad, ¿afectaría el significado del bautismo como una ordenanza bíblica? Por supuesto que no, porque el Espíritu ha puesto su importancia.
No obstante, para que sea exhaustivo este estudio, consideremos las costumbres de la cultura de esa época, porque algunos comentaristas de la Biblia han abarrotado la interpretación de este pasaje con afirmaciones dudosas – que era una ley a toda mujer judía llevar el velo en público (Clarke), que solamente las prostitutas andaban sin velo (Barnes), etc. Algunos citan el Talmud judío (escrito varios siglos después de Cristo) y algunos simplemente repiten las conjeturas de otros sin dar ninguna fuente antigua en corrobación.
En verdad, las costumbres de la época de los Apóstoles no eran monolíticas entre las variadas culturas, en que se mezclaban griegos, romanos, judíos y otros pueblos. Parece que muchas mujeres usaban velo en público, aunque otras no. Probablemente las mujeres judías lo usaron más que las mujeres gentiles.
Sin embargo, los hombres también estaban acostumbrados a llevar algo sobre la cabeza por motivos religiosos. Los romanos se cubrían la cabeza al hacer sacrificios en los templos paganos, como se ve hasta el día de hoy en la estatua famosa de César Augusto en Roma (“Pontifex Maximus”). El profesor, Richard Oster trata el tema en la obra literaria, “Cuando los hombres usaban velos para adorar”. Los hombres se les vieron más afectados en ese día por esta ordenanza cristiana que las mujeres.
Bruce Terry ha compilado un listado impresionante de fuentes antiguas que apoyan nuestras afirmaciones. Escribió: “En resumen, se puede notar que en el primer siglo, los romanos hombres y mujeres adoraban con la cabeza cubierta, mientras los griegos hombres y mujeres adoraban con la cabeza descubierta, pero entre los judíos, los hombres se cubrían la cabeza y las mujeres la descubrían cuando adoraban. Entonces, Pablo está introduciendo una nueva tradición cristiana, fundamentado no en las costumbres sociales de su época, sino en argumentos teológicos” (No Such Custom, página 6).
Por lo tanto, el intento de desestimar esta ordenanza al decir que la cabeza cubierta de las mujeres y la cabeza descubierta de los hombres era simplemente una norma de la cultura, o una costumbre de la población en Corinto, se enfrenta con un problema grave – las obras de arte y los escritos antiguos apuntan en dirección opuesta. Ninguna de las culturas tenía la costumbre de hombres andando con la cabeza descubierta y las mujeres con la cabeza cubierta. En cambio, era la práctica enseñada en las iglesias de Dios.
Algunos han propuesto el argumento con otra detalle. Ya que algunas mujeres (griegas, por lo menos) adoraban en los templos paganos sin velo, y viendo que la adoración de ídolos se asociaba con la inmoralidad, Pablo estableció el velo de la mujer para asegurar que las hermanas cristianas no vieran como prostitutas. O sea, quitarse el velo era imitar las prostitutas en los templos de ídolos. Entonces (según el argumento), el velo de la mujer no es necesario porque en la actualidad no existen esos templos paganos. Así descartan por completo la ordenanza tanto para el hombre que para la mujer.
Me hace preguntar, ¿por qué no hay ninguna referencia a las prostitutas, ni a la adoración de ídolos, ni a los templos paganos? La idea no tiene base factible, es una conjetura que carece de pruebas. Otra postura relacionada es que las prostitutas de Corinto se afeitaban y Pablo quería que las hermanas llevaran velo para que los dos grupos no se confundieran. Nuevamente, no hay absolutamente ningún apoyo antiguo para tal idea. Es una especulación al aire. Más bien, el Apóstol afirma tres veces que su epístola enseña las mismas doctrinas que él enseñaba en todas las iglesias (1Cor 11:16; 4:17; 7:17).
Otro argumento dado para rechazar la ordenanza es que implica que los hombres no deben usar sombreros. Y por cierto, conozco a hombres que no usan sombreros, ni siquiera para el mal tiempo, para mantenerse con buena conciencia ante esta ordenanza. Pero la cabeza descubierta retrata una verdad espiritual en usar un objeto particular de consecuencia espiritual (un velo en el caso de las hermanas). Entonces, el hombre que usa un sombrero o gorro para protección de la lluvia o el sol no está infringiendo el mandamiento. Así tampoco la mujer no está guardando el mandamiento al tener la cabeza cubierta con un sombrero por razón de la moda o el clima. El velo debe ser un tocado con claro aspecto religioso.
Además, el argumento cultural es refutado por el versículo 10, donde el Apóstol dice que la mujer debe cubrirse por causa de los ángeles, no por causa de la cultura. Exploraremos esa frase interesante más adelante. Finalmente, decir que este pasaje es “cultural” abre una tremenda especulación sobre cuales versículos del Nuevo Testamento son culturales y cuales tienen autoridad. No, las Sagradas Escrituras fueron escritas para el pueblo de Dios por toda la eternidad. Aunque los cielos y la tierra pasen, la Palabra de Dios permanecerá para siempre.
Simbolismos de la cabeza cubierta/descubierta
(1Cor 11:6) Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra.
En muchas culturas, el judaísmo incluido, descubrirse la cabeza o afeitarse la cabeza era una indicación dramática de que algo andaba mal. Según la Ley, por ejemplo, una mujer acusada de adulterio debía ser llevada ante el sacerdote, quien le descubrió la cabeza y le hizo beber un agua amarga que la enfermaría si era culpable (Núm 5). Otro ejemplo se encuentra en Isaías 47, que profetiza la ruina de Babilonia bajo la imagen de una princesa que es forzada a sentarse en el polvo y moler harina con la cabeza descubierta (“quítate el velo, descubre el cabello”, LXX).
Según la doctrina de estos versículos, la mujer que no se cubre la cabeza, debe afeitarse el cabello. Sus defensores dicen: “¡Pero eso sería vergonzoso para ella!”. El Apóstol responde: “Bueno, que se cubra entonces”.
Bruce Terry escribió, “Dice, ‘que se cubra’. La traducción literal de la frase resalta el tiempo presente del verbo: ‘que siga cubriéndose’. En griego, este verbo y también el verbo de la frase, ‘que se corte el cabello’, están en modo imperativo de tercera persona. Significa que son mandatos condicionados en las ‘si’ declaraciones que los preceden. Están entrelazados de tal manera que Pablo está diciendo, ‘haz lo uno o lo otro’.” (No Such Custom, página 4).
El versículo seis también destruye por completo el último argumento contra esta ordenanza, que adelante la idea del cabello de la mujer siendo su mismo velo de oración (ver 1Cor 11:15). Observa el grave error lógico: si la mujer no se cubre, es decir, no tiene cabello, que se corte también el cabello. ¿Cómo va a cortarse el cabello si ya no lo tiene? Igualmente ilógico es pensar en el hombre reponiendo el cabello después de orar.
Claramente, este pasaje contempla una prenda de vestir que se puede poner o quitar. Es bastante sencillo, dice Pablo. “Si una mujer se niega cubrirse con un velo, que se corte el cabello”.
El acto de cubrirse conlleva un simbolismo importante en las Escrituras. Dios diseñó cuidadosamente las cubiertas del tabernáculo para representar profundos significados simbólicos que van mucho más allá de servir como protecciones. El primer acto de cubrirse en la Biblia también es instructivo. Después del pecado de Adán y Eva, se les fueron abiertos los ojos a su desnudez y trataron de cubrirse su vergüenza al hacer delantales de hojas de higuera. Instintivamente sabían que su gloria caída necesitaba una cubierta. Otro ejemplo, los serafines se cubrían el rostro y los pies, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de Su gloria (Is 6:2). Cubrían su propia gloria, con toda modestia y humildad, en presencia de la gloria abrumadora de Dios.
El ejemplo de Lucifer (Satanás) entra en este simbolismo por ser creado el querubín que cubra (así la palabra hebrea en Ezequiel 28:14-16). El corazón de Satanás se enalteció en orgullo contra Dios y renunció toda humildad, sumisión y modestia (Eze 28:17). El hombre o la mujer que se niega a seguir el modelo de Cristo ha elegido el modelo del Diablo. La ordenanza de la cabeza cubierta/descubierta corresponde a la analogía. El hombre que mantiene su cabeza descubierta en obediencia a Dios hace contraste a Lucifer, que se quitó la cubierta en rebelión contra Dios.
Las Escrituras usan la palabra “velo” como símbolo del cuerpo terrenal de Jesús (Hebreos 10:20). Su carne humana sirvió para cubrir Su verdadera gloria y honor. No hay mayor testimonio de humildad, sumisión y modestia que la vida de Jesucristo, el Hijo de Dios y Salvador del mundo. Hermanas, regocíjense en esto, que Dios les ha dado el privilegio de demostrar los atributos de ese Dios que se humilló y se hizo siervo. Hecho semejante a los hombres, cubrió su gloria divina y fue obediente al Padre hasta la muerte.
En el Antiguo Testamento, Dios mandó a Moisés hacer para los sacerdotes tiaras para gloria y hermosura (Ex 28:40), pero en el Nuevo Testamento mandó a Pablo enseñar en las iglesias que los hombres no deben cubrirse la cabeza. No es el único cambio entre los dos pactos. Mateo 5 da a conocer otros cambios dramáticos para el pueblo del Nuevo Pacto de Cristo.
El simbolismo de este nuevo “descubrimiento” es revelación, porque la palabra “cubrir” viene del griego kalupto y la palabra “revelación” es apo-kalupto). Hasta la apertura del nuevo pacto, la gloria de Cristo estaba escondida, pero después de Su resurrección, la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos…se ha dado a conocer a todas las gentes (Rom 16:25-26).
Como una señal de esta nueva revelación, a la muerte de Jesús, Dios rasgó el velo del templo en dos y reveló a los ojos comunes los secretos del Lugar Santísimo (Mateo 27:51). Moisés, delante el pueblo del antiguo pacto, tuvo que cubrirse el rostro para ocultar la gloria remanente después de hablar con Dios, pero los del nuevo pacto pueden contemplar la gloria del Señor a cara descubierta (2Cor 3:7-18).
EL velo y la modestia cristiana
La ordenanza del velo es más que ponerse un pañuelo en la cabeza de mañana. Juan Crisóstomo escribió: “Pero temo que, habiendo asumido el vestimenta, algunas de nuestras mujeres sean encontradas inmodestas en sus obras, o descubiertas en otras maneras… Porque si no deben tener la cabeza descubierta, sino llevar siempre en todas partes el señal de autoridad [el velo], mucho más conviene exhibir lo mismo en nuestras obras”.
Guardar la ordenanza física es validado al vivir en acuerdo con sus principios. Más importante es practicar los significados espirituales, pero sin dudar en cumplir con la parte física de no cubrirse la cabeza los hermanos y cubrirse la cabeza las hermanas. El velo de la jefatura ayuda a toda la iglesia andar en el Camino, haciéndonos recordar nuestra lealtad al llamamiento de Cristo – vivir en humildad, sumisión y modestia.
En el antiguo testamento, Dios decretó muchos recordatorios físicos para Su pueblo. Uno era la regla del cordón de azul para todos los vestidos. Habla a los hijos de Israel, y diles que se hagan franjas en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones; y pongan en cada franja de los bordes un cordón de azul… para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos de Jehová, para ponerlos por obra…Para que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis santos a vuestro Dios (Núm 15:38-40). Esta costumbre sencilla predicaba siempre a los israelitas, que ellos eran un pueblo peculiar, una nación apartado por Dios. Debían cumplir a la letra todos Sus mandamientos.
El pacto antiguo contenía muchos rituales, reglas, festivales, costumbres, leyes y ceremonias que regían en toda parte de la vida. El nuevo pacto se enfoca más en lo espiritual, en pureza de corazón y alma, y en vivir de forma íntegra y santa. Por ende, contiene muy pocas ordenanzas. Es motivo para reflexionar. Seguramente las nuevas ordenanzas del nuevo pacto son bien importantes – el Espíritu las diseñó en cuidadoso propósito.
Estamos desconcertados al ver los muchos hijos que se han perdido al mundo porque sus padres pensaron que la ordenanza del velo de la jefatura no era importante. Menospreciar la sabiduría de las Escrituras es una tontería de proporciones, no importa cuán “sabio” sea el intelectual que enseña lo contrario. Bienaventurado el siervo que, al regresar su señor, le halle haciendo sus mandatos (Mat 24:46). ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? (Mat 26:39-40). ¿No podíais cumplir ni las pocas reglas que te pedí?
Claro es que el velo de las hermanas cabe apropiado con el atavío modesto y la vida casta. La Escritura dice, Que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad (1Tim 2:9-10). Tertuliano escribió: “Porque para Él, nada es más valorado que la humildad; nada más aceptable que la modestia; nada más ofensivo que gloriarse, y agradar a los hombres” (De Virginibus Velandis). Las mujeres jóvenes (deben) ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas (Tito 2:4-5).
La modestia no es solamente para las mujeres practicar. Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia (Tito 2:2). Al dejar la cabeza descubierta, el hombre acata al principio de la modestia en su manera, pues negarse a llevar el símbolo de la jefatura sobre la cabeza es elegir la mansedumbre y la modestia. El apóstol Pedro habló a toda la hermandad, Revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes (1Ped 5:5). El velo es una prenda que corresponde bien a la vestimenta modesta.
El principio de la modestia se enseña en toda la Biblia, pero los detalles de su práctica no son precisamente descritos ya que en las diferentes épocas y tierras de la historia, hay diferencias en vestimentos. También, las conciencias de individuos no se desarrollan iguales hasta crear una imagen reflejada. Por otra mano, es esencial que la persona estudie para ajustar su conciencia a lo que dice en la Palabra de Verdad en todo principio y precepto.
El seguidor de Cristo con la conciencia bien afinado a la Biblia lo ve claro – la modestia es un principio bíblico casi desconocido en el cristianismo moderno. Es que la conciencia de los “creyentes” ya no puede discernir correctamente lo que Dios considera modesto e inmodesto. Porque al dejar de ejercitar continuamente los sentidos espirituales, se vuelven torpes e incapaces de discernir correctamente del bien y del mal (Heb 5:12-14).
Aunque las Escrituras no explican la modestia en forma de claro detalle, sí presentan lo que Dios considera modesto. El primer ejemplo de vestimenta modesta se encuentra en el principio, cuando Dios hizo para Adán y Eva túnicas (griego – chiton) de pieles, y los vistió (Gén 3:21). Nos da una idea de lo que Dios juzga ser el cuerpo vestido en modestia, porque los delantales que el Hombre había hecho de hojas de higuera no eran modestos (Gen 3:7). El chiton era una prenda que cubría el cuerpo desde los hombros hasta los pies. Ejemplos son el chiton de diversos colores de José (Gen 37:3) y el “chiton sin costura” de Jesús (Juan 19:23). Este último, parece, fue hecho en el patrón del chiton de lino del sumo sacerdote (Lev 16:4).
Las túnicas de piel que Dios hizo para Adán y Eva enseñan que el cuerpo, sea hombre o mujer, se debe cubrirse con modestia y pudor. La naturaleza misma lo enseña, y al decir, “naturaleza” hay que escucharlo, “Dios”, quien creó la naturaleza del hombre. O sea, es una acción importante conformar la mente de manera que los modos de vestirnos corresponden bien con los principios de modestia, humildad y santidad.
Un aspecto importante de la modestia es el corte y el material de los vestimentos. Cubrir el cuerpo con ropa ostentosa y cara no corresponde a la humildad y la modestia. No con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos…sino con ropa decorosa, con pudor y modestia (1Tim 2:9; 1Pedro 3:3). Esta regla es consecuente a la descripción del nuevo pueblo de Dios (Ef 5:27; 1Pedro 2:9).
Los hombres también tienen que vivir en modestia, porque Dios hizo para Adán una túnica junto con Eva. La iglesia que regula los principios de modestia de manera diferente para hombres y mujeres presenta una imagen discordante de la creación de Dios. Qué chocante ver a una joven en vestida modesta y la cabeza cubierta con velo pasar por la calle junto con el joven en jeans de diseñador y camiseta estampada. Joven hermano, las Escrituras enseñan que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente (Tito 2:12).
La modestia, la humildad, la sumisión – son de gran valor a los ojos de Dios (1Pedro 3:1-5). Son los ornamentos de belleza interior que caracterizan a los verdaderos santos en las iglesias del Reino, porque reprimen el orgullo, el exceso y el egocentrismo. Satanás se ha desplegado sus fuerzas directamente en contra a estas tres joyas. En lugar de buscar el poder puro a través de la sumisión, el Diablo siembra el caos a través de la rebelión. En lugar de humildad, siembra orgullo y arrogancia. Y en lugar de la modestia y el pudor, siembra la vanagloria y el descaro.
El varón y la mujer en la Creación
(1Cor 11:7-9) Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.
Los principios de la jefatura tienen base en el diseño de Dios al principio del mundo, cuando creó al hombre a Su imagen. Primero, formó a Adán del polvo de la tierra y lo puso en el huerto de Edén, advirtiéndole a no comer de los dos árboles prohibidos (Gén 2:7-17). Entonces, Dios hizo los animales y Adán nombró a cada uno, mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Adán vio que los animales venían en parejas, pero él estaba solo.
La Biblia dice que Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán y mientras dormía, le sacó una costilla y hizo una mujer. Entonces Adán se contentó. El cuadro es lo siguiente – el varón fue creado para comunión con Dios, pero al sentirse incompleto y solo Adán, Dios le hizo a Eva. Es que Adán la necesitaba (1Cor 11:9).
Alguien ha observado que Dios no tomó la mujer de los pies del varón, como para pisotearla, ni de la cabeza, como para ser superior a ella, sino de su costado, la parte de su cuerpo más cercana a su corazón – para amarla y cuidarla como compañera tesoro.
Dios no creó a Eva igualito a Adán, sino con sutiles diferencias en lo físico y en lo emocional, porque todo lo que Dios creó fue diseñado en propósito exacto. Sin embargo, de una manera profunda, el varón y la mujer tienen que juntarse en uno para ser completo. El uno suple lo que le falta al otro. El término “humanidad” no se puede contemplar a menos que estén presentes tanto el hombre como la mujer. El candado sin llave es inútil, así la humanidad – el varón y la mujer se completan en uno.
Al fondo de la maldad de Satanás, es su deseo exorbitante de distorsionar, corromper y destruir la creación de Dios para que ya no cumpla su propósito. Este es el foco de la gran lucha entre el bien y el mal que comenzó cuando Satanás engañó a Eva. El Diablo trabaja constantemente para desacreditar a Dios, burlarse de Él y manchar el Santo Nombre. Si logra corromper a la humanidad, que fue hecho a la imagen y semejanza de Dios, se acerca más a burlarse de Dios mismo.
Qué lógico entonces, que los hombres y las mujeres se visten y se comporten de manera íntegra, de manera que traen honor a Aquel que les creó en Su imagen. El cuerpo del cristiano no es suyo. Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios (1Cor 6:20). Al vivir, hombres y mujeres, como Dios los diseñó, lo honran y glorifican, pero al ignorar los roles de hombre y mujer determinados por Dios es ayudar a Satanás en su esfuerzo constante a corromper y destruir el buen orden y propósito de Dios.
Imagínate una persona usando la cortadora de césped para podar sus árboles. Sería muy incómodo y con resultado desagradable. Los hombres y las mujeres trabajan en manera óptima al aplicar sus talentos y esfuerzos en ejecutar las posiciones y tareas para que fueron diseñados.
El gran diseño de Vida
Dios diseñó el universo con ojo perfecto a detalle y organización. La creación es una asombrosa exhibición sincronizada de arte viviente. Nuestros ojos humanos se maravillan ante las bellezas intrincadas e interconectadas de la vida, desde los animales grandes hasta el mundo microscópico. Pero, con respecto a lo invisible, el reino espiritual, tenemos solamente unas ideas sobre su formación y funcionar. Sin duda es una maravilla a igual con la creación visible. La Biblia habla de principados, potestades, arcángeles, serafines, querubines, ángeles mensajeros, etc. Son sinnúmero y en todas partes (Ap 5:11). También existe el mundo celestial de galaxias, constelaciones, estrellas y planetas, etc. El universo es un testimonio prodigioso al conocimiento y poder absoluto de Dios. Él lo pensó y emitió la Palabra, y fue hecho.
En realidad, no entendemos la parte exacta de la humanidad en el espectro infinito de la Creación, pero somos impactados al ver que el Hombre fue colocado en su eje central. Este universo incomprensible fue creado y puesto en marcha para la gloria de Dios – es una sincronización micrométrica de piezas vivas y objetos inanimados entremezclados ingeniosamente en una actuación constante. Sin fallos y sin interrupciones el universo presenta una obra de teatro vivo al Creador.
En toda esta maravilla, los hombres y las mujeres son los únicos seres creados a la imagen y semejanza de Dios y los únicos herederos de la salvación.
Desde Génesis y hasta el Apocalipsis, las Escrituras presentan el hombre y la mujer como géneros sagrados y distintos para alzar en gran estima, honor e integridad. Varias leyes del antiguo testamento demuestran esa santidad, como por ejemplo, la prohibición a los hombres de usar ropa de mujer y viceversa; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace (Deut 22:5). El hombre y la mujer deben glorificar a Dios dentro de los parámetros de Su diseño y consecuente, las Escrituras siempre celebran la masculinidad y la feminidad como vocaciones separadas pero igualmente esenciales y honorables. No se deben mezclarse.
Juan Crisóstomo escribió algo así: “El hombre, o la mujer, que no permanece en su propio ámbito ordenado por Dios, sino que piensa en subir a la gloria del otro, disminuye en honor. La mujer que va más allá del hombre no alcanza mayor honra sino que cae de honor.” La cabeza descubierta del hombre y la cabeza cubierta de la mujer son aspectos que caben correctos en la separación de los géneros, porque la diferencia coincide con la diferencia natural del varón con cabello corto y la mujer bendecido con cabello largo y glorioso.
Finny Kuruvilla ha propuesto dos lemas (los he modificado un poquito) para el hombre y la mujer en esta gran presentación de Vida que Dios ha creado. Para el hombre el lema es “Autoridad Amorosa” y para la mujer es “Sumisión Pacífica”. El Padre y el Hijo son ejemplos perfectos de estos lemas. El Padre ama al Hijo sin medida. Su autoridad es nada más que amor puro, en acciones de benevolencia, en compasión y en sabiduría.
Por su parte, Cristo encarna la sumisión pacífica. Aceptó su papel voluntariamente, aun sabiendo que iba a resultar muy difícil. Medita las palabras de Jesús, Abba, Padre, todas las cosas son posibles para Ti; aparta de Mí esta copa; mas no lo que Yo quiero, sino lo que Tú (Marcos 14:36). Eso sí demuestra una sumisión profunda. No era fácil, le constó ceder, pero al final, Cristo se contentó con el acto de sumisión. Cuando una persona comprende el significado de su papel, las dificultades de la vida de repente obtienen un nuevo propósito y significado.
La mujer, gloria del Hombre
Según Génesis 1:27, el hombre y la mujer, ambos fueron creados a la imagen y semejanza de Dios. Quiere decir que se les dio la capacidad de pensar, comprender, analizar y deliberar. También les dio libre albedrio para hacer determinaciones y elegir entre el bien y el mal. El conjunto de estos atributos los hacen únicos en la creación de Dios. Entonces, ¿porque Pablo separa al hombre de la mujer? Pues, dice que el varón no debe cubrirse la cabeza por ser la imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón (v7). Percibo dos sustancias en las palabras del Apóstol.
Primero, da los sucesos en su orden de la Creación, como estos versículos explican. Dios creó a Adán y aprobó toda la Creación. Pero el hombre necesitaba una ayuda idónea, entonces como punto final, Dios formó a Eva para ser su compañera. Los animales brindaba a Adán una cierta amistad, pero ninguno de ellos podía ser su ayuda idónea. Cuando Adán vio a Eva, se puso elocuente: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada (Gen 2:23). Es como decir, “¡Por fin, aquí la mío! Ella será mi tesoro, mi gloria, porque de mí propio cuerpo fue tomada”.
Segundo, la mujer es, a plena vista, la gloria de la Humanidad. En el reino animal, el macho es el más colorido y hermoso de la especie, mientras que la hembra es sencilla y monótona. Así no es con la más alta creación de Dios. Hizo al hombre de piel áspera y con barba, sus rasgos faciales son toscos, su voz es ruda y de tono bajo. Pero hizo la mujer con mano de artista. Eva fue el último acto creativo de Dios y con ella formó Su obra maestra. Le hizo elegante y agraciada, sus rasgos faciales destacan la belleza y el encanto. Su piel es delicada y fina, su cabello largo y grueso. Las líneas de sus ojos, cejas y pestañas son talladas en obra fina.
En toda verdad, la mujer es la gloria de la especie y única en la creación de Dios, siendo la madre de todo hombre (Gen 3:20). El rasgo más grande de cada humano es nacer de mujer. La hace única además en el reino angélico, que carece de un ser femenino. Cabe muy apropiada, entonces, leer que la mujer es la gloria del hombre, porque ella es la gloria de la especie humana. Sin embargo y como hemos señalado antes, la gloria de la humanidad ha sido empañada gravemente, manchada por el pecado. La humanidad es una criatura caída, llena de orgullo, inclinada a la rebelión, y propensa a ser engañado. No se puede permitir que su ‘gloria’ brille. Por lo tanto, el hombre debe parar ante Dios con la cabeza descubierta y la mujer debe cubrirse la cabeza.
El hombre y la mujer, por ser hechos en la imagen de Dios, tienen los mismos privilegios y valores espirituales ante Él. Reflejan Su diseño perfecto; no en paralelo, sino el masculino y el femenino juntándose en una sola imagen – el hombre en su masculinidad y la mujer en su feminidad, cada uno representando sus respectivos aspectos de Dios según Su mente y hechura. No como partes intercambiables, sino como dos piezas unívocas que encajan en una sola pinacle que señala el Creador del cielo y la tierra a las gentes del mundo.
No es extraño, entonces, que el Diablo haya trabajado diligentemente para destruir la imagen de Dios representada en la relación de marido y mujer. Recientemente, ha llevado la batalla a nuevos niveles, tratando de borrar incluso las diferencias obvias entre hombre y mujer, y así manchar la mano creadora de Dios. El hombre es más fuerte de cuerpo, más alto y construido para largas horas de trabajo duro para mantener a la familia. Su mente funciona como una máquina, calculando los números y analizando las opciones. La mujer es hermosa, delicada y diseñada para trabajar en el hogar y criar hijos que siguen el camino recto. Su mente funciona a alta velocidad, como un intérprete de problemas y eventos.
Al unirse la masculinidad y la feminidad, forman un equipo bien afinado, los dos aptos para sus tareas y funciones. El esposo y la esposa experimentan alegrías y multiplican la felicidad juntos. Se consuelan en las penas y se ayudan en los deberes de la vida. Es triste ver que las culturas del mundo obran para cambiar las mentes de personas para que rechazan el diseño de Dios.
Hombre y mujer, uno en Cristo
Si bien el principio de la jefatura existía también en el antiguo pacto (Num 30:1-7), Cristo restauró la mujer a su lugar legítimo y honorable en el Nuevo Pacto. Todas las culturas antiguas hasta Cristo trataron a las mujeres como artículos de posesión. Siendo el vaso más frágil, no podían defenderse y por lo tanto, a menudo eran maltratados o vendidos como esclavos. En el judaísmo, los esposos podían divorciarse de sus esposas o casarse con más de una mujer a la vez, pero las esposas no tenían tales derechos. Entrar en el templo con los hombres era prohibido a las judías, ni podían dar testimonio ante un juez.
Cristo y los Apóstoles cambiaron en grande este orden. Jesús se asociaba frecuente con mujeres y les dio el mismo honor que los hombres en los ojos de Dios. Elogió a varias mujeres por su gran fe. Y en el primer Sermón de Su ministerio, Jesús decretó el fin del divorcio y la poligamia del antiguo testamento. En el principio, los Apóstoles se asombraron a escuchar Cristo prohibir por completo la concesión de la Ley diciendo que los maridos podían repudiar a sus mujeres (Mat 19:10). Además, la Biblia acepta el testimonio de varias mujeres como los primeros testigos de la resurrección. Jesús se reveló a ellas antes de los apóstoles.
Estos ejemplos dieron inicio al gran cambio del judaísmo al cristianismo con respecto al varón y la mujer. El apóstol Pablo entregó a las iglesias lo que había recibido de Cristo, diciendo: Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gal 3:28). Fueron palabras nuevas y trascendentales para el pueblo de Dios.
Pedro, en el día de Pentecostés, aseguró que Dios profetizó esta nueva era, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán…Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán (Hechos 2:17-18). No hay ni un caso en el antiguo testamento del Espíritu Santo viniendo sobre una mujer, y en una sola ocasión hace mención de una mujer que profetizó. Claro, en las épocas antes de Cristo el Espíritu vino rara vez sobre el hombre también, y el mero hecho que no haya registro no significa que nunca vino el Espíritu sobre las mujeres. Sin embargo, la doctrina en sí era nueva y sin precedentes.
A lo mejor la iglesia en Corinto quería conocer los límites de esta igualdad espiritual.
La feminidad bíblica versus el feminismo cultural
Si la “sumisión pacífica” es el lema de la mujer cristiana, entonces su inspiración es el “sacrificio voluntario”, que es la joya en la corona de la feminidad bíblica. La mujer piadosa renuncia sus derechos, privilegios y libertad para convertirse en esposa, y luego entrega su cuerpo para dar luz a hijos. El feminismo, por su parte, grita: “¡Mujeres! Lucha por tus derechos. Haz lo que TÚ quieres con tu cuerpo. TÚ decides el futuro. Diga ‘no’ a la maternidad y ‘sí’ al aborto”. Es triste ver que el cristianismo de hoy puede entrar rápido a conversar a favor del feminismo, pero no tiene nada que decir al mencionar el tema de “la feminidad”.
Pero la Biblia es más que clara: la feminidad es una joya preciosa a los ojos de Dios. ¿Y por qué no? Esas características que asociamos con la feminidad en el párrafo anterior son las mismas que demostró Cristo. Renunció a Sus derechos, privilegios y libertad. Tomó el tiempo para bajarse a esta tierra y caminar por las calles polvorientas de Judea. Y sí, Él entregó Su cuerpo también. Jesucristo es el ejemplo epítome del sacrificio voluntario y las mujeres piadosas no hacen más que seguir en Sus pasos. La belleza de la feminidad es que se contenta con aceptar lo que Dios ofrece, lo que resulta en ser un honor absolutamente único y una función esencial en la trayectoria de la Vida.
La mujer virtuosa que vive el sacrificio voluntario, sin duda alguna, recibirá bendiciones en doble medida. Primero, en las alabanzas de su esposo y de sus hijos, y segundo, en la sonrisa de aprobación de Dios en aquel día que se sienta para seleccionar las joyas de su Reino (Mal 3:17). Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas (Prov. 31:10). Al cubrirse la cabeza con el velo, la mujer está diciendo: “Acepto la posición que Dios me ofrece. Acepto la imagen que Dios quiere que yo muestre al mundo. Me ofrezco como voluntario para sacrificar mis derechos y privilegios a favor de hacer Su llamado”.
Los Proverbios dicen más sobre esta mujer: El corazón de su marido está en ella confiado…Le da ella bien y no mal todos los días de su vida (Pro 31:11-12). Al ver el sacrificio voluntario de su esposa, el marido es motivado a hacer su parte.
Por otro lado, la mujer que se viste y se comporta como un hombre contamina la naturaleza, como también el hombre que se pasa como mujer. Es una distorsión perturbadora del orden de Dios en la Creación. El hombre de pelo largo es vergonzoso en igual a la mujer de pelo corto. Sin embargo, la cultura mundana actual rechaza cada vez más las divisiones naturales entre los dos géneros. Las perversiones del feminismo y la homosexualidad han trastornado las modas y normas del mundo.
Hoy se aplauden a las mujeres que se visten de manera provocativa y deciden no casarse para poder trabajar en una carrera. Asimismo, la sociedad aprueba las mujeres que se divorcian de sus maridos por cualquier causa y las que viven en lesbianismo. Nunca ha sido tan grande la necesidad de un testigo piadoso femenino.
Increíble, algunas culturas niegan la mera idea de la mujer siendo hermosa y valiosa como femenino. Para ellas, los argumentos ya casi no valen, pues han sido engañados a creer que lo más alto valor se obtenga al tomar el papel del hombre. Estas ideas horribles están infiltrándose en las iglesias, impidiendo que las mujeres cristianas sigan el mandato que Dios les ha dado.
El feminismo está predicando las mismas mentiras de Satanás, diciendo que la única manera en que la mujer alcanza valor es actuar como el hombre. En vez de regocijarse con sus habilidades y bellezas únicas, las mujeres se ven obligadas a vivir la vida de los hombres. Es que el feminismo cree que la feminidad es inferior a la masculinidad. Dios no cree eso, tampoco nosotros. La Palabra exalta ambos en igual medida.
Por causa de los ángeles
(1Cor 11:10) Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.
El Apóstol ha entregado el caso de autoridad del hombre y la mujer, y ha detallado la ordenanza. Ahora dice el porqué. Es por causa de los ángeles. Las Escrituras hablan de un reino vasto e inescrutable, lleno de ángeles buenos y malos. Nos rodean por todos lados y luchan entre sí por las almas de los hombres (Ap 12:9; Mat 25:41). Es un dominio invisible de alto afecto sobre el mundo de los hombres.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Ef 6:12). Cuatro rangos angélicos están desplegados en una guerra mortal contra los santos. Bajo el alto mando de Satanás, los demonios vuelan por todos lados con el veneno de la rebelión, el engaño y el pecado. Por otra mano, los espíritus ministradores de Dios, los llama de fuego, ayudan y protejan a los servidores de Cristo en la tierra (Heb 1:7, 14).
Ya que los ojos humanos no vean las huestes del reino angélico, fácilmente se olvidan de la tremenda influencia que ejercen sobre los seres humanos. Parece que los ángeles fueron creados en el día cuatro (o antes) de la semana de la Creación (Job 38:6-7). Son seres espirituales de alta inteligencia y mucho poder. Se describen como hermosas criaturas inmortales y tienen capacidades de emoción, movilidad, comunicación y libre albedrio. Algunos hombres son tentados a adorarlos (Col 2:18; Gal 1:8).
Por otro lado, los ángeles no se casan ni tienen descendencia (Mat 22:30; Lucas 20:34-36). No son herederos de la salvación (Hebreos 1:14), pues, el hijo de Dios no se convirtió en ángel, sino que se hizo hombre para expiar sus pecados.
El Cielo está lleno de estos hermosos y santos seres (Ap 5:11; Dan 7:9-10). Hay serafines, querubines, arcángeles, mensajeros y protectores. Están profundamente interesados en el plan de Dios en desarrollo sobre la tierra (1Pedro 1:12) y están en constante acción, ministrando en el ámbito espiritual las cosas de Dios en perfecto acuerdo con Su voluntad. Cuando los ángeles celestiales no están trabajando, están cantando y alabando al Cordero (Ap 7:11-12).
Claro, los ángeles todos no son buenos. Satanás fue creado como el ángel cabeza en el servicio de Dios, “el querubín ungido que cubre” (traducción mía de Eze 28:14). Debido a su incomparable belleza y sabiduría, el corazón de Satanás se enalteció y rebeló contra Dios. Dijo, Seré semejante al Altísimo (Isa 14:13). Pero su rebelión no resultó y fue expulsado de la presencia de Dios (Eze 28:11-19). La tercera parte de los ángeles fueron engañados por Satanás y también dejaron su propia morada (Ap 12:3-4; Judas 6), por lo que Dios les ha designado un lugar en el abismo de fuego (2Pedro 2:4).
Por lo anterior, aprendemos que los ángeles tienen la capacidad de elegir, o la tuvieron en algún momento por lo menos. Los ángeles buenos vivirán en el Cielo con los santos y los ángeles malos serán atormentados en el infierno con todos los hombres malos.
Hay varios pasajes notables que muestran el poder de los ángeles sobre el reino natural en que vive el hombre, desde el ángel heridor que mató a los primogénitos de Egipto en una sola noche (Ex 12:23), hasta los carros de fuego que protegían a Eliseo y a su siervo (2Reyes 6:15-17) y el ejército angelical de Ezequiel 9. Un favorito mío es Hebreos 12:1-2, que pinta la escena de un tremendo estadio en lo cual está pasando una carrera. Los que corren son los servidores de Dios en la tierra, pero los espectadores son una grande nube de testigos celestiales – seres angélicos y los salvados que ya han pasado el velo de la muerte y se visten de coronas de victoria. Nos están observando, animándonos, y ayudándonos en todo lo que pueden mientras corremos la carrera que tenemos por delante.
Por causa de los ángeles. La sencilla verdad de esta frase es que la mujer que se cubre la cabeza recibe un poder que no tendría de otro modo. Su cabeza velada le da autoridad en el reino espiritual de los ángeles, buenos y malos, que la reconocen como una mujer que vive en el orden puesto por Dios. Se la identifica por su velo, esa señal de autoridad sobre su cabeza. ¡No es pequeña cosa tener los ángeles de Dios a tu lado! El esposo es beneficiado por este poder, la familia es fortalecida, la hermandad es reforzada, y la Iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad gana el dominio.
Los ángeles de Dios en el reino celestial protegen los niños en cada momento (Mateo 18:10). Entonces, tiene sentido que las mujeres también reciben una protección extra, ya que los dos grupos son más vulnerables en lo físico.
La frase inicial de este versículo concuerda. Por lo cual, dice. Indica que es necesario retroceder y leer el porqué. Y como ya vimos, los versículos anteriores relatan la creación del Hombre, en que la mujer fue formada en hermosura y gloria delicada a diferencia del físico poderoso del hombre. Por lo cual Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, debe tener la ayuda de los ángeles para compensar su desventaja en el mundo físico.
No es extraño escuchar las historias de hermanas con velo siendo protegidas en formas milagrosas de amenazas y peligros. El velo la identifica a ojos angélicos. Da sentido, entonces, asegurarse que el velo no sea tan pequeño, o tan camuflado, como para pasar desapercibido. Skolfield escribió: “No olvides la razón para que lo llevas. Es una señal espiritual a los ángeles caídos: ‘Propiedad privada. Prohibido el paso’. Además, es un estandarte de reunión para los ángeles santos. Asegúrate, hermana, que ambos grupos saben dónde está tu corazón, tu alma y las almas de tu familia. ¡Nosotros pertenecemos a Jesús!” (Atardecer de la Iglesia Occidental, página 109).
En el fin del mundo, Satanás será desatado por un poco de tiempo sobre la tierra. Saldrá con sus demonios a engañar todas las naciones del mundo, y el campamento de los santos no escapará de su furor (Ap 20). Es más importante que nunca buscar protección de sus terribles ataques, ya que el hombre no puede con él en batalla sin ayuda espiritual. El capítulo 9 de Apocalipsis pinta el cuadro temible de los demonios de Apolión en acción – langostas indestructibles con pica venenosa que hieren los hombres gravemente.
La cabeza cubierta de la mujer le da autoridad en el mundo espiritual, a orar en el nombre de Jesús y experimentar el poder de Él en su vida. Al llevar esta señal de autoridad sobre su cabeza, ella demuestra la jefatura de su esposo y por eso está autorizado a acceder directo a Dios en comunicación y comunión. Ella no ora y profetiza a través de su esposo, pues el velo le empodera con la autoridad de Aquel que mandó el velo. Los ángeles saben de esto, lo reconocen y lo respetan.
Parece que la mujer es más abierta al mundo de los espíritus que el hombre. En toda época de la historia, la mujer predomina en buscar la comunicación con los ángeles y espíritus. Saúl buscó una mujer que tenía una espíritu de adivinación y Pablo se enfrentó a una muchacha vidente (Hechos 16:16). Satanás llegó para comunicar con Eva, pero ni habló a Adán. E.H. Skofield escribió, “Las mujeres reciben más los mensajes de espíritus que los hombres. Parece que su antena espiritual es más sensible. Hoy, rara vez se encuentra hombres entre las médiums, videntes, lectores de palma y brujas. Satanás tentó a Eva porque ella podía recibir el mensaje.”
Se busca comunicar con el mundo espiritual para saber del futuro, aunque en realidad los espíritus no pueden ver el futuro. Ni Satanás conoce del futuro fuera de lo que cualquier puede leer en la Escritura. La Biblia dice que el Diablo nunca hubiera crucificado a Cristo si habría sabido que Dios se levantaría de entre los muertos (1Cor 2:8). La resurrección de Cristo era una derrota tremenda para Satanás (Heb 2:14), un evento que cambió la esfera espiritual de forma permanente (Rev 12; Juan 12:31; Lucas 10:18; Mat 12:29).
Sí, los ángeles son muy inteligentes entonces pueden predecir eventos con más certeza que los hombres al interpretar con astucia la cadena de eventos hasta el momento. Por eso las predicciones de la brujería son muchas veces correctas, aunque en otras ocasiones fallan. Solamente Dios conoce con certeza el futuro. Tampoco conocen los ángeles los pensamientos y razonamientos que pasan por la mente de los hombres y mujeres. Es otra cosa que únicamente Dios puede hacer (Heb 4:12; Mat 12:25). Si estas en peligro grave o bajo ataque espiritual, ora a voz alta, porque los ángeles malos se espantan a escuchar el nombre de Cristo y no pueden leer la mente (Hechos 16:18; Marcos 16:17).
Todo este apunta a que la mujer debe cubrirse la cabeza – por causa del mundo de los ángeles. El velo le identifica como un seguidor de Cristo y le da autoridad en el ámbito espiritual.
Finalmente, la afirmación de que la mujer debe tener señal sobre su cabeza por causa de los ángeles descompone el argumento que el cabello largo de la mujer es el mismo velo de orar y profetizar. La gran mayoría de mujeres en el mundo tiene cabello largo. ¿Cómo van a reconocer los ángeles a la mujer cristiana entre todas con cabello largo?
Es necesario estar siempre atento y cuidarse de aquella serpiente que se confabuló en la mente de Eva para hacerle dudar de la bondad de Dios. ¿Conque Dios os ha dicho? Sembrando la duda: “¿Realmente ha dicho Dios eso? Eva, essssscúchameeeee. Dios está ocultando cosas de ti. Mírame y créeme, Él no tiene en mente entregarte lo que es mejor. Él no quiere que sepas de otras cosas.”
El mismo Diablo siembra la misma duda en las mentes hoy en día, pero con trucos y razones aún más engañosos, porque con el paso de tiempo ha vuelto más astuto y tramposo. A Satanás, nada le gusta más que sembrar confusión y dudas en la mente. Y él es muy, muy hábil en hacerlo.
Por causa de los ángeles. Me parece un motivo bastante importante para seguir esta ordenanza.
La influencia sagrada de la mujer
En el griego original del versículo diez, la palabra “señal” no aparece. La traducción literal sería, La mujer debe tener autoridad sobre su cabeza. Los traductores habrían agregado la palabra para aclarar que el velo funciona como una señal de identificación. Pero omitir la palabra hace el texto más fuerte, pues, el velo es más que una señal – es una autoridad real y verdadera. Creo que ese es el sentido que el Apóstol quiso dar – no una señal de subyugación como los feministas piensan, sino una autoridad en el mando del Señor.
Cuanto me habría gustado estar presente escuchando a Jesús. Dice que todos se admiraban de Su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas (Marcos 1:22) ¿Cómo era el hablar de Jesús que le marcó como quien tiene autoridad? ¿Y por qué acudía mucha gente para escuchar a Juan el Bautista? Los escribas, sacerdotes y ancianos usaron los mismos textos de las Escrituras que Jesús y Juan, pero sus palabras no llevaban el mismo impacto.
La diferencia era potente. Jesús y Juan hablaron bajo la autoridad de Dios en el poder del Espíritu Santo. Por eso, al leer y explicar un pasaje, enseñaban como quien tiene autoridad. El poder que proviene de estar bajo autoridad es puro y digno de confianza porque se basa en los principios del Dios que lo ordenó. También existe el poder fuera de esta cadena de autoridad, pero es impuro e indigno de confianza porque se basa en ese rebelde malvado, Satanás.
Jesús y Juan sabían que la autoridad provenía de someterse a la autoridad del más arriba (Juan 3:30). Hermanos y hermanas, puede que no sientan más poderoso al seguir la ordenanza de la cabeza cubierta/descubierta, porque el efecto no tiene que ver con tus sentimientos. Tiene que ver en cómo otros sienten con respecto a tu obra en el Señor.
No atrevo decir que el Espíritu Santo viene solo a los hijos e hijas que siguen este mandamiento, pero sí diré que los principios de sumisión, humildad y modestia que el velo de la jefatura enseña son los ingredientes correctos para recibir el poder puro que proviene al estar bajo autoridad, o sea, al aceptar la posición y obra que Dios ha ordenado para ti.
A menudo, el plan de Dios es perjudicado a causa de los hombres, pero Él sigue trabajando incluso en situaciones imperfectas. Le damos gracias por no descartarnos de inmediato. Pero sin lugar de dudas, el poder del cristiano está limitado por sus propias deficiencias, por no seguir las instrucciones buenas y justas de Dios en la vida.
Vimos en el ejemplo de Jesús que la sumisión pacífica se transforma en autoridad que cuenta con poder. Hermanas, el velo de la jefatura las autoriza a ejercer el poder de Dios aparte de la autoridad de tu esposo. Al hacer las actividades contemplado en “orar y profetizar” con la cabeza cubierta, demuestran adhesión a los términos de la autoridad que ha puesto Dios. Y el resultado es poder, el poder de actuar en Su autoridad.
El centurión entendió que su autoridad estaba supeditada a cumplir los requisitos y la voluntad de la autoridad de la persona justo arriba de él, porque es necesario seguir la cadena de mando. No se puede ignorarla y pasar por encima de su autoridad. Sin embargo, el velo de la mujer le autoriza hacer exactamente eso – actuar con la autoridad por encima de su primera cabeza, el esposo.
Por lo cual, porque la mujer fue creada para el hombre y no viceversa, ella necesita un poder para acceder directo a la Cabeza divina. Claro, está sujeta al marido todavía, pero llevar el velo significa caminar en la autoridad de Cristo, quien ordenó esta regla.
Las Escrituras demuestran que este poder que la mujer piadosa recibe bajo la autoridad de Cristo es “influencia sagrada”. No es como la autoridad del centurión, “ven aquí, ve allá”, sino una conducta casta y respetuosa…el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios (1Ped 3:1-7). El esposo piadoso no puede ignorar el hablar de este tipo de esposa. Incluso, ¡es curado de milagro de su enfermedad de oídos! Tal esposo quiere escuchar los pensamientos de su esposa porque le ayuda a razonar y tomar decisiones de forma más sabio.
La influencia no es un poder menor, sino que es conocido y usado en el mundo de negocios y gobiernos. Es por eso que la llamamos una influencia sagrada en la relación entre esposo y esposa. La palabra sagrada significa que es honesta y sin motivos ocultos. La manipulación, las sutilezas, y la contención no son influencias sagradas.
¿Qué de los cristianos que no usan el velo?
Entre las iglesias anabaptistas, el motivo principal por dejar de seguir esta ordenanza es el resultado de mirar alrededor en el cristianismo y notar que otros la ignoran, y parece que sin consecuencias malas. Lo hacen preguntarse, ‘Si otros cristianos no lo usan, ¿por qué debo yo usarlo?’ Es una práctica extrema y tan anticultural. A lo mejor Pablo se equivocó, porque pone obstáculo al Evangelio hasta dañar las campañas de evangelismo.”
Respondo con una pregunta, “¿A qué evangelio te refieres? Predicamos el Nuevo Testamento como el Evangelio mismo y lo que enseña tal Palabra es el Evangelio”. En esta misma epístola el Pablo hace tajante afirmación, Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor (1Cor 14:37).
¿Tiene la Biblia autoridad? ¿Es realmente la Palabra divina de Dios, digna de ser confiada en todo asunto relacionado con la salvación del Hombre? Al responder que “sí”, solo queda estudiar cuidadosamente para hacerlo. Lo correcto es correcto incluso cuando nadie lo hace; el error es error incluso cuando todo el mundo lo hace.
Dejemos el asunto de juzgar las otras personas en manos de Dios y enfoquémonos en hacer nosotros la voluntad de nuestro Padre celestial. Tal vez no sufren consecuencias aquí en la tierra, pero ningún detalle escapará el juicio en el día final ante el Juez del gran trono blanco. En ese momento, las recompensas se repartirán conforme a nuestra obediencia a la Palabra (Mat 16:27; 1Cor 3:8; 2Cor 5:10; Ap 20:12; Ap 22:12). Muchos que se veían como primeros en la tierra serán los últimos en el Cielo. La sinceridad en sí no vale nada; tiene que reflejar las verdades de Dios (Mateo 5:19).
Los que eliminan 1Corintios 11 de la Biblia arrogan para sí autoridad por encima del Apóstol Pablo, que es una idea escandalosa, ¿valorar más el propio parecer que las Escrituras? Además, al decidir que este pasaje ya no es relevante, se abre la puerta para excluir otros pasajes bíblicos. No se puede tratar la Palabra de Dios con tales disputas, pues, es la Verdad que permanecerá después de que los cielos y la tierra han desaparecidos en los vagos de la eternidad.
El libro de Corintios fue escrito a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo (1Cor 1:2). No se ve a nadie excluido; la epístola es para todos. No se puede eliminar esta ordenanza de la Biblia solo porque no se ajusta a nuestras mentes carnales.
El mundo está cayendo cada vez más profundo en esclavitud al paganismo y al humanismo. Hay que ponerse muy valiente para seguir las huellas de Jesucristo marcados en la Palabra de Su Verdad. Pero, Dios es muy atento para recompensar la valentía. Recuérdate de Pedro y Juan ante el Sanedrín, el coraje de Daniel en orar a Dios, y los tres jóvenes que se negaron a inclinarse ante el ídolo. Recuérdate de la bondad de Dios y de la bendición de Su sonrisa de favor. Acércate a Él y aférrate a la Palabra con fe sencilla. Dios jamás defraudará a tal clase de corazón. Está esperando en el Cielo para derramar una bendición tan grande que tu pequeño mundo no puede recibirla (Mal 3:10). Pero hay que darle a Dios un motivo para hacerlo. Su mano se detenga solo a causa de su propio nivel de fe.
Las iglesias anabaptistas no pueden perder de vista los aspectos importantes de la ordenanza del velo de la jefatura de la mujer cristiana. Dios nos ha dado este testimonio especial al mundo y a otras iglesias. ¿De qué otra manera lo entenderán? Muchas iglesias son prácticamente ignorantes en cuanto al orden de humildad, sumisión y modestia de Dios.
Es esencial que no defendamos solemnemente la ordenanza visible sin seguir sus principios más profundos. Una mujer puede cubrirse la cabeza pero vivir en el egoísmo, la insubordinación y la maledicencia. ¿Realmente tiene algún valor o poder su velo? Absolutamente que no. El símbolo no es mayor que el principio, sino viceversa. El principio tiene que ser vivido o el velo es una contradicción. Es como el hombre que participa en la santa cena, pero sigue una vida pecaminosa.
Seguro es que llevar el velo en la cultura actual provocará las miradas y las adversidades a veces. En lugar de irritarte por la atención, utilízala como una oportunidad para testificar de Cristo. No podemos ser avergonzados de Él y de su Palabra (Lucas 9:26). Sigámoslo fuera del campamento en valentía y confianza (Heb 13:13). Cultivar tal actitud ayuda a eliminar la tentación de ocultar la esperanza de nuestra fe adentro y dejar de mostrar las evidencias de ella por fuera (Mateo 5:14). Jesús animó a los de Su pueblo, Vosotros sois la luz del mundo.
Me uno al coro de voces que bien lo saben: la mujer cristiana vestida y velada en modestia, sumisión y humildad resplandece como el testimonio más fuerte y noble del cristianismo en la actualidad. En este mundo vano y malvado, ella presenta de manera sobresaliente al verdadero Cristo: puro, manso, santo y sumiso. Además, ella se destaca como gran ejemplo de entrega, pureza y servicio para los de la hermandad. Su testimonio agrega santidad al cuerpo de Cristo y lo inspira a ser esa iglesia gloriosa sin mancha ni arruga, santa y sin mancha delante de Él (Efesios 5:27).
Uno en el Señor
(1Cor 11:11-12) Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios.
En el plan de Dios, el varón y la mujer se juntan para ser una sola carne. No pueden existir de forma independiente. De lo contrario, la vida humana cesará. El hombre necesita a la mujer, la mujer necesita al hombre. Y cuando ambos cumplen sus funciones y responsabilidades, nada se hace falta – en el hogar, en la iglesia, en toda la vida. El hermoso diseño de Dios en la relación esposo y esposa es claro y lógico, pero debido a la influencia corrupta de Satanás, la sociedad secular piensa en negar que existe.
En América, los “intelectuales” no creen que Dios hizo el Hombre, sino que es un producto de la evolución. Enseñan que la mujer ha progresado más que el hombre y por ende los hombres deben imitar a las mujeres. Si bien la mayoría de las iglesias cristianas no concuerdan con tal idea absurda, otros conceptos seculares están infiltrando en el cristianismo actual que oponen las doctrinas de la Biblia. El mundo secular lo considera un insulto decir que las mujeres deben cubrirse la cabeza con un velo porque lo interpretan como señal de inferioridad. Cosa que la Biblia no enseña.
Sin embargo, la persona de corazón sabio y con la mente afinada a lo espiritual entiende fácil por qué Dios estableció el velo de la jefatura. Ayuda a los hombres y las mujeres en sus funciones tanto en el hogar que en la iglesia, y así edifican la marcha del mundo en el buen orden de Dios. Es un servicio racional y agradable (Rom 12:1).
Los hombres son llamados a ser el líder en el hogar y la iglesia. Deben hacerlo en sabiduría, buscando servir a los que Dios ha puesto en su cargo y velando por su bienestar espiritual y físico. No es que la mujer no puede hacer este cargo, pero que Dios lo ha dado al varón. Aunque Jesús aceptó las mujeres en Su ministerio, escogió hombres para llevar el Evangelio a los cuatro ángulos del mundo. El Apóstol lo dijo claro, La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio (1Tim 2:11-12). Había muchas mujeres piadosas en las iglesias de Cristo, pero ninguna servía como líder. Es el papel del hombre.
El papel principal de la mujer es criar a sus hijos en el temor del Señor y enseñarles los preceptos de Dios. Por eso Dios le dio a ella mayor capacidad de amor, paciencia, compasión y misericordia. La Biblia exalta el ejemplo de la madre y la abuela de Timoteo que le enseñaron la fe no fingida (2Tim 1:5).
La mujer da a luz la vida física del ser humano, entonces su papel es fundamental. Ella se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia (1Tim 2:15). No quiere decir que la mujer se salva al tener hijos físicamente, sino que su alta vocación es criar una simiente piadosa para la Iglesia de Jesucristo.
Las iglesias del Reino dependen del éxito de su mano en esta misión vital para propagar la fe a las generaciones futuras. La historia está llena de testimonios de hombres y mujeres que atribuyen en gran parte su decisión de seguir a Cristo a las oraciones y ministraciones diarias de su madre.
Que nadie diga nunca que Dios no se le encomendó a la mujer una misión especial en esta vida. Aunque su posición no es la glamorosa de pararse ante la congregación y predicar la Palabra, la importancia de su obra como madre cristiana no se puede sobrevalorar. ¡Cuánto el mundo necesita a madres piadosas! Su influencia sagrada puede mover montañas y sus hijos no la olvidarán jamás. Aún después de la muerte, la ley de su madre permanece viva en sus corazones (Pro 1:8).
La evidencia de la naturaleza
(1Cor 11:13-15) Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.
Aquí Pablo ofrece un motivo final por que la mujer debe llevar el velo. Es el argumento desde la fisiología natural. La mujer tiene pelo largo por naturaleza, mientras al hombre le crece el pelo más corto. El cabello de una mujer le puede llegar fácilmente hasta las rodillas, pero el hombre le verá difícil pasar la media espalda. La naturaleza misma, al dar a la mujer cabello largo como un velo hermoso, enseña que la mujer debe llevar el velo. Su cubierta natural llama por una cubierta no-natural.
Este motivo tiene base en la misma lógica del versículo seis, Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello. O sea, si rehúsa cubrirse con el velo, debe rechazar también la cubierta natural del cabello. A ella, la vergüenza de ser rapada es igual a estar con la cabeza descubierta ante Dios.
Si el cabello largo de la mujer es una gloria a ella, juzguen ustedes mismos, ¿Es apropiado que se descubra el cabello al orar ella a Dios? No. Debe acercarse a Dios en humildad, sumisión y modestia. Debe cubrir su gloria caída. Siendo que la mujer es la gloria del hombre (v7), su gloria debe ser velada.
Había un hombre que la Biblia describió como el “perfecto hombre natural” en un paralelo cercano a la descripción de Satanás. Se le llama Absalón, un ejemplo espectacular del ser humano y muy alabado por su hermosura. Desde la planta de su pie hasta su coronilla no había en él defecto. También, le crecía el cabello como de mujer – tan espeso y largo que al cortarlo cada año pesaba 200 siclos (2Sam 14:25-26). Absalón se destacó como la gran gloria de la humanidad, pero escogió el camino del orgullo, el engaño y la rebelión. Sufrió un fin innoble en paralelo a lo que espera a Satanás. Fue asesinado y arrojado a un gran pozo en el bosque por sus maldades contra su padre, el Rey David.
La mujer no necesita hacer nada para ser cubierta con su cabello. En cambio, el velo de la jefatura requiere una decisión seguido por una acción – hay que elegir ponérselo. Juan Crisóstomo lo dijo en la siguiente forma: “Si el cabello le es dado por velo, ¿por qué es necesario poner otro velo? Para que no la naturaleza solo, sino su propia voluntad participe en reconocer su posición. La naturaleza anticipó la ordenanza al darle cabello largo y así demostrar que debe llevar el velo. Añade pues, tu propia parte y cúbrete la cabeza, para que no parezcas contradecir la ley de la naturaleza misma” (Homilía 26, 1Cor).
En lugar de velo le es dado el cabello
Un argumento que se escucha a menudo contra la ordenanza del velo de la jefatura es que el cabello largo de la mujer es el mismo velo de oración que se habla en el pasaje. Esta interpretación es más común entre las personas que una vez practicaban la ordenanza pero la han dejado. Son personas que aún dicen creer en la infalibilidad de las Escrituras, entonces no pueden aceptar el argumento que el velo era una “tradición cultural” debido al gran peligro de eliminar otros pasajes de la Biblia. Recurren entonces, a esta táctica que, como supongo, los eruditos liberales han rechazado por ser demasiado ilógica y discordante al contenido del pasaje.
Repetimos el punto del Apóstol – el cabello natural de la mujer llama a que ella se lo cubra con un velo. Se lo ve más claro en el griego original, donde el “velo” natural en versículo 15 es peribolaion. Este sustantivo no aparece en otra parte del pasaje, ni en otra forma gramática. Está absolutamente solo aquí. En cambio, se encuentra la palabra katakephale (cabeza cubierta en v4) o katakalupto (cabeza descubierta en v5,6,7,13). Este último es un verbo que significa envolver y cubrir (katakalumma es su sustantivo).
El cabello es un peribolaion natural. No es el velo de uso espiritual para cubrirse la cabeza. La palabra para tal velo sería katakalumma, porque corresponde a katakalupto, que en el versículo 7 está en forma imperativa y tiempo presente. El griego de esta gramática requiere acción, “que se siga cubriéndose”.
Un estudio de palabras en la Septuaginta confirma de manera concluyente lo anterior. En el caso de katakephale, encontramos esta frase en Ester 6:12, Amán se dio prisa para irse a su casa, apesadumbrado y cubierta su cabeza (katakephale). Estaba tan avergonzado por los acontecimientos del día (correr por delante de su enemigo y proclamarlo el honorado del rey) que se cubrió la cabeza y se apresuró irse a casa. Imposible significar que se puso más cabello para cubrirse la cabeza. Usó una tela u otra prenda de algún tipo.
Lo mismo es cierto para la palabra kalupto (cubrirse). En 1Corintios 11 el Apóstol añadió el prefijo kata. La versión griega de 2Samuel 15:30 describe la compañía de David subiendo una cuesta llorando, llevando la cabeza cubierta y los pies descalzos…cubrió cada uno su cabeza (epi kalupto). También el Génesis 38:15, donde Judá tuvo a Tamar por ramera, porque ella había cubierto su rostro (katakalupto). Moisés recibió la instrucción de “cubrir (katakalupto) con un velo el arca del testimonio en el lugar santísimo” (Ex 26:34, versión Septuaginta). En ninguno de estos casos se puede leer como una referencia al cabello, sino a una cubierta adicional al cabello.
Peribolaion, por su parte, es una palabra multiuso, un sustantivo que se traduce “vestido, cubierta, o pabellón”, pero nunca “velo” en las otras doce ocasiones que se encuentra la palabra en los manuscritos griegos de la Biblia (ej. Ex 22:27; Job 26:6; Sal 104:6; Isa 50:3; Heb 1:12). La decisión de traducirla aquí como “velo” no es consecuente y crea la posibilidad de confundir el cabello por el velo de la jefatura. La traducción apegada a la original es, “a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso, pues por una cubierta le es dado el cabello.”
La cubierta (peribolaion) natural de la mujer demuestra que debe cubrirse (katakalupto) la cabeza. Su largo y glorioso cabello es un hermoso velo natural que llama por un velo espiritual. Hace paralelo el cabello natural y el velo no natural.
Los que abogan por la interpretación de que el cabello largo de la mujer es el mismo velo de la jefatura son dificultados en superar las siguientes observaciones:
- Requiere contemplar la situación imposible de la hermana poniéndose el cabello para orar, mientras el varón debe andar calvo o quitarse el cabello para orar.
- El cabello largo de la mujer es una gloria para ella. Entonces debe estar velado.
- Si el Apóstol quería comunicar que el cabello largo de la mujer es el mismo velo de orar y profetizar, ¿por qué no lo dijo? Llama mucho la atención que no escribió, “Toda mujer que ora o profetiza con el cabello corto, afrenta su cabeza” sino, Toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza.
- Decir que el cabello es el velo hace absurdo el contenido del versículo 6, si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello. La mujer que no se cubre, o sea, que no tiene cabello, no puede cortarse el cabello.
- Las mujeres cristianas deben llevar el velo por causa de los ángeles (v10). Si el cabello es el velo, ¿Cómo diferencian entre las mujeres piadosas y las mundanas?
- Si el cabello de la mujer es la cabeza cubierta que el Apóstol enseñó en las iglesias, ¿por qué todas las hermana en los primeros siglos usaban el velo? Era la práctica estándar y universal de las iglesias cristianas desde que Pablo escribió 1 Corintios 11 hasta el siglo XX.
En los países latinoamericanos, la excusa predominante para no practicar el velo de la jefatura es esta misma falacia que, “el cabello es su velo de oración”. Al presentarle las consideraciones anteriores, el evangélico volverá a repetir una y otra vez: “Pero su cabello le es dado por velo”. Y con eso anulan el pasaje. Es un enfoque preocupante porque se requiere aceptar que la Biblia aquí contiene varios errores graves. Pues, como detallamos en los seis puntos, esta interpretación forzada depende en que el Apóstol se equivocó en varios dichos.
¿No fue el mismo error de los fariseos? Evadieron un mandamiento de Dios al invocar otro mandato que supuestamente les libró del mandamiento principal (Marcos 7:10-13). Ten cuidado, porque muchos “tuercen la Palabra a su propia perdición” (2Pedro 3:16).
¿Qué pasa con los contenciosos?
(1Cor 11:16) Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.
Algunos comentaristas toman este versículo en el sentido siguiente: “Si alguien no está de acuerdo, que ignora la ordenanza.” Sin embargo, como dice Bruce Terry, “Parece poco probable que Pablo escribiera trece versos explicando la ordenanza y mandando su práctica pero al final dijera: ‘Pero si no quieres hacerlo, no es necesario”.
Varias versiones nuevas la traducen diferente. La Nueva Versión Internacional lee, Si alguien insiste en discutir este asunto, tenga en cuenta que nosotros no tenemos otra costumbre, ni tampoco las iglesias de Dios. Sin embargo, la traducción de la Reina Valera 1960 es correcta y normal al recordar que Pablo está respondiendo a una pregunta que le hicieron los corintios (ver comentarios en el versículo 2).
Preguntaron (como supongo): “¿Es lícito que la mujer ande sin velo?” El Apóstol hace la respuesta y termina al decir, “Con todo eso, si alguno quiere argumentar el tema, observe que las iglesias de Dios no tienen tal costumbre de hermanas orando y profetizando con la cabeza descubierta”. Esta versión se ajusta también con la pregunta alternativa: “¿Debe el varón cristiano cubrirse la cabeza?” Respuesta: “Las iglesias de Dios no tienen tal costumbre”.
Sin importar la redacción exacta, la intención del Apóstol es señalar a los corintios que él está enseñando a ellos precisamente lo que las otras iglesias de Dios ya practicaban. En efecto está diciendo: “Y si no te gusta, lo siento, pero así es la ordenanza” (Bruce Terry).
El problema no es de traducción, sino de lectura por parte de los que buscan ignorar el pasaje. No habría ningún problema en entender esta frase si no fuera por el hábito reciente de que cristianos lo ignoran. Mi afirmación es confirmado por el comentario de Juan Crisóstomo sobre este versículo: “Entonces, es contencioso oponerse a esta enseñanza y fuera del buen ejercicio de la razón… Puede que unos en corintio sí eran contenciosos, pero ya todo el mundo ha recibido y ahora guarda esta ley.”
¿Importa a Dios guardar la ordenanza?
¿Cómo ve Dios a los que no siguen este mandamiento? ¿Es un mandamiento que afecta la salvación hasta dejar la persona fuera del Cielo? Son preguntas que solo Dios puede contestar. No es nuestro juzgar los siervos de otra persona (Rom 14:4), sino que juzgar los del cuerpo nuestro (1Cor 5:12-13). Al tener en mano la voluntad de Dios, nos basta ser hacedores de la Palabra (Santiago 1:22) y en todo ejemplos de obediencia a las iglesias de Cristo. Los juicios de Dios son perfectos y justos. Él sabe a los que son ignorantes y también a los que conocen Su voluntad, pero se niegan a hacerla (Lucas 12:47-48).
He visto de cerca lo que sucede a la familia anabaptista que decide que el velo de la jefatura no es necesario. Es siempre un paso espiritualmente fatal, si no para los padres, entonces para los hijos. La persona engañada no lo sabe. Cree que él tiene toda la razón, incluso que tiene “nueva luz” que otros no conocen. Qué difícil, casi imposible entonces, que tales personas reconozcan que están engañadas. Una vez iniciado en el camino errado, no hay freno en su carrera hacia el acantilado. Termina en desastre, un naufragio de almas que hace gozar a Satanás. Quitarse el velo es casi siempre un reflejo de una condición preexistente – un corazón insumiso, ya decidido en seguir su propio camino.
¿Tienes fe verdadera en la Palabra de Dios? ¿Realmente crees que te puede hacer sabio para alcanzar la salvación (2Tim 3:15)? Entonces, abrázalo como Pedro, plenamente y sin reservas: “Señor, no me laves sólo los pies, lávame también las manos y la cabeza”. Vive según el ejemplo de Abraham, que obedeció el mandato de Dios aunque no lo entendiera todo. Recuerda el gran aprobación de Dios después, “Por cuanto has hecho esto y has obedecido Mi voz, te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como la arena del mar” (Gen 22:10-18).
Estoy seguro que una recompensa similar es guardada en el Cielo para los que obedecen Su voz en este mandamiento. “¡Bien hecho, siervo fiel, hiciste bien! Entra en el gozo de tu Señor.” No existen en ninguna lengua humana palabras más impactos.
Por otro lado, recuerda el caso de Saúl que, por rechazar la Palabra del Señor en no esperar a Samuel, fue rechazado por Dios (1Sam 15:26). Recuerda también que Dios envió un león para matar a Su propio profeta por escuchar la voz del falso profeta (1Reyes 13). Agregue el caso de Moisés que ya hemos mencionado y llegamos de golpe en el valle de la decisión.
Entonces, que tenga mucho cuidado cuando alguien te diga: “Este no tiene que ver con la salvación”. ¿Cómo lo saben? Me cuesta pensar que Dios dejó que el Espíritu Santo pusiera doctrina opcional en Su Palabra. ¿Y qué persona es de tan alta autoridad para señalar cuales son estos mandamientos no obligatorios? “El bautismo es requisito esencial, pero el velo de la jefatura no”.
Estamos muy contentos de dejar todo juicio al Juez de toda la tierra, al Dios justo de toda misericordia. Él decidirá todo en ese gran día y nadie lo va a discutir. Por mientras, tenemos los dos testigos infalibles, el Espíritu Santo y las Sagradas Escrituras que anuncian las palabras de Jesús: El que Me rechaza, y no recibe Mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero (Juan 12:48). Cristo dio la instrucción del velo de la jefatura al Apóstol Pablo, quien la entregó a las iglesias tal como la había recibido.
¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? (Lucas 6:46).
Muchos estudiosos de la biblia concuerdan en que el texto de este pasaje contempla un mandamiento del Señor. Sin embargo, la mayoría no imita a Pablo como él imita a Cristo en este asunto debido a una sencilla razón – los principios de la jefatura enseñados aquí, junto con la práctica física de la mujer con velo, chocan en tremendo contra la mente cultural y las normas de la sociedad actual.
Seguir esta ordenanza en el cristianismo actual es un paso “radical” que traerá acusaciones y críticas. Se convierte en una verdadera prueba de amor y obediencia a Cristo. ¿Tienes suficiente valentía para ignorar el escarnio del mundo y su ideología?
El Diablo no quiere que sigas el patrón que la Biblia entrega para el Hombre, mientras Cristo está pidiéndote renunciar tu voluntad, mente y deseos. Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame (Mat 16:24). ¿O es esta ordenanza un paso demasiado para ti?
Se ha vuelto popular usar la siguiente excusa por no practicar la ordenanza: “No siento tal convicción de ponerme un velo. Sí, veo la ordenanza en la Biblia, pero Dios no me ha llamado a eso. Yo mismo no tengo la convicción”. Es un argumento pobre al extremo. ¿Cómo resultaría tal táctica con la autoridad mundana? “Sí, policía, vi el disco pare, pero no sentí la convicción de parar el auto. En mi caso, no lo pensé necesario”. Dudo que la lógica te traiga resultado favorable.
Escúchenme esto – las convicciones de tu corazón no tienen efecto sobre la Verdad, ni siquiera un poquito. Lo que Dios ha dicho, tal cual tiene que convertirse en tu convicción. Aceptar a Cristo en tu vida significa someterte a Su señorío y a Sus mandamientos. No tienes la opción de seguir tu mente y voluntad. Hay que cambiarte la mente al morir y nacer de nuevo. Como dijo Pablo, Con Cristo estoy juntamente crucificado (¡muerto!), y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2:20).
La conciencia no es un dispositivo estático. Tienes que entrenarla y sintonizarla con la Palabra de Dios. Por eso escribió el Apóstol: Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento (Rom 12:2). Es un mandato. El creyente, con la ayuda del Espíritu Santo, trabaja en transformar la mente. Así la hace conformar a las enseñanzas y las prácticas de la Palabra.
Seamos serios, lo que tú piensas, o lo que pienso yo, ni siquiera vale un pesito, sino lo que Dios piensa y ha dicho. Eso sí, vale muchísimo.
Jehová dijo así: El cielo es Mi trono, y la tierra estrado de Mis pies…Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a Mi palabra (Isa 66:1-2). El Todopoderoso Dios del universo está buscando corazones humildes y sumisos, corazones dispuestos a vivir haciendo Su voluntad, corazones que toman muy en serio Su Palabra para ponerla por obra.
Hace ciento cincuenta años, la mayoría de las mujeres cristianas usaban el velo. Cabe preguntar, ¿mejoró el cristianismo con ese cambio, o ha perdido algo muy, muy importante?